Construir por el soborno
EDITORIAL
En pleno período de reflexión preelectoral conviene al pensar en a quiénes favorecer con el voto, meditar sobre por qué la calidad de la obra pública cada vez deja más que desear. Para empezar, cabe aceptar que baja calidad y sobornos generalmente van juntos.
Dado que el fenómeno de los sobornos tiene una innegable extensión mundial, pareciera que las acciones a seguir deben partir de la generación en la conciencia ciudadana de lo anómalo del hecho y, cabe hacerlo, dado que a fuer de difundido, se asume como normal que parte de los ingresos de quienes se dedican a la actividad política tengan su origen en la posibilidad de recibir coimas o en otros mecanismos delincuenciales.
No procura el presente edito- rial intentar alentar hoy la robustez ética de los políticos, sí la de los electores, dada la coyuntura de los días que corren.
El hecho cierto es que observando la serie de casos en que la obra pública deja mucho que desear, bien valdría empezar a calificar como actos de corrupción no únicamente aquellos en que se detectan sobreprecios pactados entre las autoridades y los constructores, a objeto de poder entregar los sobornos, sino también a la falta de una rigurosa planificación, trátese de carreteras, escuelas, hospitales, refinerías o presas hidroeléctricas, pasando por toda la amplia gama de lo hecho y lo por hacer en una república todavía en proceso de construcción.
Justamente porque el Ecuador es un país donde las necesidades superan a la capacidad de atenderlas, las obras públicas deberían
El domingo se da también una oportunidad de luchar contra la corrupción en una de sus múltiples manifestaciones’.
ser planeadas con estricto sometimiento a las más altas normas de calidad, en ánimo de garantizar su funcionalidad a lo largo del mayor tiempo posible y así debería reflejarse en los proyectos sometidos a licitación y luego durante el proceso de recepción de los mismos.
Es realmente un crimen, más grave en un país con dificultades económicas, que se tenga la certeza de que mucho de lo que se contrata no guarda relación con las prioridades a satisfacer; se realiza solo por el afán de conseguir un buen soborno. Por ello, con ausencia de normas de planificación, dada la incapacidad ética y técnica para propiciar y vigilar el cumplimiento de ambas, ese despilfarro, que guarda también relación con la impunidad reinante que estimula la corrupción, debe ser sancionado el domingo.