Soñar Guayaquil del futuro
En gran medida, este próximo domingo, la elección de la persona que ostentará el cargo de alcalde de Guayaquil para los próximos cuatro años determinará el futuro de la ciudad. A estas alturas la gran mayoría de los votantes habrá decidido su voto y no habrá sido, necesariamente, por el análisis de un plan de trabajo que oriente dicha gestión, sino por simpatía hacia un determinado candidato o antipatía o temor ante otro o por haberse dejado deslumbrar por las ofertas electorales, muchas de ellas fuera de las competencias de una alcalde o, simplemente, poco creíbles. Lo que se haya dicho en la campaña, finalmente, quedará en la campaña.
Entre todas las preguntas que se hicieron a los candidatos a alcalde de Guayaquil (y en general de todas las ciudades del país) faltó la que probablemente sea la más importante: ¿cómo se imagina la ciudad del futuro y qué va a hacer para conseguirla?
Sin embargo, aún es posible pensar (y soñar) en una ciudad diferente y preguntarnos quién, entre todos los candidatos, es capaz de conseguirla.
Soñar, por ejemplo, en una ciudad con acceso pleno a los servicios básicos. Una ciudad que no se inunde aun ante el más fuerte aguacero. Una ciudad que haya resuelto sus problemas de movilidad con un eficiente e integral plan, con un sistema multimodal de transporte público que sea accesible, seguro, barato y cómodo. Una ciudad segura, donde se pueda salir sin miedo a ser asaltado.
Una ciudad verde (con miles de árboles que den sombra) y con espacios públicos cercanos. Una ciudad que sea limpia porque sus
...aún es posible pensar (y soñar) en una ciudad diferente y preguntarnos quién, entre todos los candidatos, es capaz de conseguirla’.
habitantes la respetan y no la ensucian. Una ciudad con bibliotecas, museos y espacios culturales barriales. Una ciudad con su río y esteros limpios de contaminación. Una ciudad que respete a su patrimonio cultural y a su memoria histórica. Una ciudad inclusiva, donde los ciudadanos sean escuchados y participen en la decisión sobre su hábitat. Una ciudad sin contaminación de ningún tipo, ni ambiental ni acústica.
Soñar no cuesta nada y meditar y decidir el voto cuesta aún menos.