Dolarización y competitividad
EDITORIAL
Un argumento recurrente de las autoridades económicas, incluido ahora en la Carta de Intención del Gobierno presentada al Fondo Monetario Internacional, es que sus políticas y decisiones están encaminadas a “proteger la dolarización”. Se añade la afirmación de que, como en dolarización no se puede devaluar, el país pierde un instrumento requerido para mantener la competitividad de sus exportaciones frente a las acciones de sus competidores.
Pero el análisis de la competitividad demanda un trato mucho más complejo. Si por devaluar se fuera más competitivo, el año 1999 (con una devaluación superior al 100 %) debería haber sido el mejor, y no el peor, en la historia económica ecuatoriana. De igual manera, Venezuela sería el país más competitivo del mundo y Suiza el menos competitivo. Una devaluación que mantiene los desequilibrios y la rigidez económica es una fórmula para posponer soluciones que deben ser halladas en los llamados “sectores productivos” de la economía pues el tipo de cambio siempre refleja la condición de estos con relación al resto del mundo.
Lo que sí exige la dolarización es flexibilidad para capear las variaciones que se producen en todo ciclo económico, condición que la economía ecuatoriana no cumple. La depreciación de la moneda, la devaluación y la inflación siempre van de la mano, y en la economía real esto se traduce en carestía, desempleo, y destrucción de la paz social. En el régimen de dolarización, por contraste, no hay banco emisor de moneda y cualquier ajuste económico
Salvar la dolarización’ es un oxímoron cuyos conceptos tienen significado opuesto. Lo que hay que preservar y mantener es la disciplina fiscal.
se produce por la vía de la pérdida de empleos y, consecuentemente, por la disminución del ingreso de los hogares. La dolarización, en otras palabras, contiene sus propios mecanismos de ajuste del consumo, la inversión y las actividades de comercio exterior.
“Salvar la dolarización” es un oxímoron cuyos conceptos tienen significado opuesto. Lo que hay que preservar y mantener es la disciplina fiscal. Se requiere, en paralelo, disminuir la vulnerabilidad a los choques internos y externos que tienen su origen en la concentración de la actividad económica en el sector público; solventar la rigidez en los regímenes tributario y laboral; y fortalecer el funcionamiento de los mercados de capital: todas ellas, lamentablemente, características de la economía ecuatoriana.