Putin pretende introducirse en América Latina
Vladímir Putin, quien lleva quince años en el poder, con la pretensión de quedarse de por vida en él, se ha convertido en el último zar de Rusia. Basta analizar el sistema político y económico que ha implantado en su Gobierno. Rusia es un poderoso país capitalista, manejado por un solo hombre y una camarilla de amigos, compañeros de sus prácticas de judo y hockey sobre hielo, del que se ha hecho fanático, y colaboradores que se han beneficiado con las principales empresas que han sido privatizadas. El mismo Putin es considerado como uno de los hombres más ricos del mundo. Actualmente sus amigos constan entre los multimillonarios de la lista de la revista Forbes y tienen suculentos negocios en Europa Occidental y Estados Unidos.
Este nuevo líder ruso nació en Leningrado (hoy San Petersburgo). Estudió leyes y así pudo realizar el sueño que tenía desde
muy joven: ingresar a la KGB. Cuando se disolvió la Unión Soviética, hábilmente se unió a Yeltsin, que más tarde, por razones de salud, lo nombró primer ministro. Desde allí nadie lo ha parado en materia política. Ganó las elecciones presidenciales; después de cuatro años le entregó el poder a Mendelev, pero asumió el cargo de primer ministro, y desde allí siguió manejando el país con todo el poder absoluto. En las siguientes elecciones no lo detuvo nadie. Su popularidad llega a un 75 %.
Ahora sus ambiciones se han extendido y se ha ganado el puesto de líder mundial, tomando en cuenta que Rusia y Estados Unidos son las mayores potencias nucleares. En materia económica, pese a manejar el Estado más grande de la humanidad, no ha podido incorporar a Rusia a los Estados más poderosos. Está atrás de China, Japón y algunas naciones de la Unión Europea.
PRETENDE EXTENDER RUSIA. En su afán de extender sus fronteras, se enfrenta con graves problemas con la República de Chechenia, donde las tropas rusas han cometido grandes crímenes de lesa humanidad. Intervino también en Georgia y luego se apoderó de Crimea, queriendo hacer lo mismo con Ucrania, lo que fue impedido por la Unión Europea, que esta vez ha creado una nueva cortina de hierro para impedir los avances rusos, a más de imponer severas sanciones a Rusia en el campo económico, que están pesando mucho en el régimen de Putin.
Con la reciente entrevista con Kim Jong-un y su próxima reunión con el líder chino Xi Jinping, espera sacar algún provecho en la Ruta de la Seda y así fortalecer sus lazos comerciales con Corea del Norte y China. Sin embargo, todavía es poco. Putin se ha encargado de impulsar la industria armamentista, usando el conflicto de Siria para exhibir los nuevos adelantos para causar el mayor daño posible a favor de los enemigos de sus compradores.
Ahora se ha pronunciado a favor del Gobierno de Maduro en Venezuela. Sobre el tema han hablado los cancilleres de Estados Unidos y Rusia en forma muy amistosa, pero sin ponerse de acuerdo, ya que Rusia se opone a cualquier intervención de carácter militar. Para demostrarle su apoyo envió, por pocos días, aviones bombarderos rusos y dejó un piquete de soldados para que respalden a las fuerzas de choque de Maduro. También se ha acercado a Cuba, pero sin comprometerse como lo hizo la URSS en su tiempo. En este conflicto interno de Venezuela, la que sale peor parada es Cuba. Su presidente anuncia nuevas medidas de austeridad en un país que carece de todo. Tendrá que seguir culpando a EE. UU. por el embargo.
Putin busca un acercamiento con EE. UU. Se está gestionando una reunión entre los dos mandatarios en la nueva cita del grupo de los 20, ya que en el último encuentro celebrado, a duras penas se saludaron. En esta próxima ocasión, Putin, estamos seguros, tratará sobre el posible entendimiento de estas dos potencias. Estas buenas relaciones que esperamos se concreten, eliminarán la tensión que vive el mundo por el peligro de una guerra nuclear.
Lo que Trump debe solucionar de inmediato es la negociación de un nuevo tratado nuclear, ya que se acaba de retirar de él aduciendo que Rusia no ha cumplido su compromiso y lo que ha hecho es aumentar su potencial en esta materia.
En cuanto a América Latina, para romper el mundo unipolar y establecer el multilateralismo, Putin ya ha suscrito convenios con la Argentina de Kirchner, con Brasil, Venezuela, Nicaragua y Cuba. En estos casos no es para ampliar su imperio y repúblicas que pertenecieron a la Unión Soviética, sino para abrir nuevos mercados y aliados en su política exterior. Vender armas y maquinarias industriales le vendría muy bien. Siendo Rusia un país capitalista, empezó a negociar con los regímenes izquierdistas, que cada día son menos en nuestro continente.