LOS ORISHAS
El candomblé es una de las religiones afrobrasileñas practicadas principalmente en Brasil y Colombia, aunque ha llegado a Argentina, Paraguay, Uruguay, Venezuela y México.
El templo, antes abierto sin reservas, ahora tiene muros de contención en su entrada para proteger a los feligreses de posibles ataques, y resguarda en el trasfondo las imágenes de dioses como Ogum, el orixá del hierro, la guerra y el fuego, y Lemanjá, la deidad femenina de los lagos, los mares y la maternidad.
Según el Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, entre enero de 2016 y junio de 2018 fueron registradas 1.506 denuncias por intolerancia religiosa en Brasil.
Entre las quejas presentadas durante ese período, sin contar aquellas en las que no se identificó religión alguna, en más de la mitad de los casos las víctimas fueron practicantes de religiones de matrices africanas, como candomblé y umbanda. Tan solo este año, más de una veintena de ataques a templos sagrados de religiones afrobrasileñas han sido denunciados en la ‘cidade maravilhosa’, según confirmó el babalawo (sacerdote) Ivanir dos Santos, miembro de la Comisión de Combate a la Intolerancia Religiosa de Río de Janeiro.
De acuerdo con las denuncias, en su mayoría estos ataques son perpetrados por grupos de narcotraficantes cuyos miembros se autoproclaman evangélicos y que se atribuyen la ejecución de estos actos en nombre de Dios.
“Es una cuestión de interés que va más allá del tema religioso. ¿Cómo es posible que un líder, un pentecostal evangélico, acepte que un miembro de su comunidad trafique con droga hablando en nombre de Jesús y persiguiendo las creencias brasileñas? ¡Eso es una contradicción!”, aseguró el babalawo dos Santos.
Para el sacerdote se trata de una falsa cuestión religiosa que empieza a formarse en las cárceles, donde los reclusos reciben beneficios si son evangelizados, algo que solo ocurre con las religiones evangélica y católica, aunque esta última nunca se ha vinculado con agresiones a los cultos afrobrasileños.
En su mayoría, los ‘terreiros’ en Brasil están ubicados en zonas periféricas, comunidades deprimidas y favelas, territorios que son dominados mayormente por narcotraficantes o milicianos (grupos paramilitares integrados por policías y expolicías), especialmente en Río.
A eso, según dos Santos, se suma la llegada al poder de líderes acusados de defender la intolerancia, como el caso del presidente Jair Bolsonaro o el alcalde de Río, Marcelo Crivella, un pastor evangélico que considera que las religiones africanas abrigan espíritus inmundos, como escribió en su libro ‘Evangelizando a África’.
“Cada vez que estos grupos crecen en las esferas de poder, en el Legislativo, el Judicial, pero especialmente en el Ejecutivo, sus bases sociales acaban sintiendo la fuerza para lo que hacen y por eso también hay mayor impunidad (en el caso de los crímenes de intolerancia religiosa)”, precisó el babalawo.
No obstante, el sacerdote hace énfasis en que más allá de los intereses de poder disfrazados de devoción religiosa, los ataques se dan porque permanece un racismo latente desde siglos pasados.
En su mayoría, los líderes evangélicos consultados sobre el tema se negaron a hablar. No obstante, un pastor de la Iglesia Universal del Reino de Dios, que aceptó hacerlo bajo el anonimato, criticó los ataques en nombre de la religión. Para él, la criminalidad no comulga con el evangelio. “Aquellos narcotraficantes que se autoproclaman evangélicos y atacan templos de otros cultos actúan bajo su propio nombre y no se puede acusar a toda una comunidad por actos individuales”. El pastor insistió en que los evangélicos no son intolerantes con otras creencias, como las de origen africano. “Ellos no siguen el evangelio, sus creencias no están bajo los preceptos de la Biblia. No las compartimos, pero los respetamos”.
Tanto la mae do santo como el babalawo consideran que muchos casos no son denunciados por miedo a represalias mayores. Señalan que las investigaciones sobre esos casos no avanzan y afirman que la ausencia del Estado va más allá de las indagaciones. “Usted pierde su propiedad, su derecho de vivir, su derecho constitucional de ejercer su religión, pierde todo. Y el Estado no le devuelve absolutamente nada”, indicó Conceiçao.
De acuerdo con la mae do santo, el candomblé “es una religión de negros profesada por negros, traída por negros, pero que abrazó al blanco, al indio, al homosexual”.
Eso sí, dijo, el candomblé es también resistencia pura.
por intolerancia religiosa se registraron entre enero de 2016 y junio de 2018 en Brasil.