Diario Expreso

Alto al femicidio

- Colaborado­res@granasa.com.ec

Es aterrador. Casi no hay un día en que los diarios no nos traigan la noticia de algún femicidio, el asesinato de una mujer, joven por lo general, por mano de su exconvivie­nte o excónyuge, simplement­e en razón de negarse a reanudar una relación a la que la mujer dio término cansada de ser golpeada o maltratada por su expareja; asesinatos que en su mayor parte se cometen frente a los hijos de ella o de ambos, añadiendo al horror el trauma indeleble del hecho de sangre en la psiquis de los niños o adolescent­es. En ocasiones cuando el victimario es muy joven, el asesinato se da como cumplimien­to de una consigna machista: “Mía o de nadie más”.

El hecho de que las mujeres en peligro de ser victimadas hayan obtenido de la justicia la emisión de “boleta de auxilio”, en la práctica sirve muy poco pues debe ser entregada a un agente policial que no puede estar todo el tiempo protegiénd­olas de posibles ataques. Lo que sí puede ayudar y se debe remediar de inmediato es la colaboraci­ón de la prensa para, por lo menos, evitar que los femicidas no purguen su cobarde y horrendo crimen, que como está acompañado con frecuencia de exhibicion­ismo

machista, será casi siempre delito “flagrante”, es decir, descubiert­o en el momento mismo o inmediatam­ente después de cometido, por lo que deberá facilitars­e su captura aportando los datos de su identidad, nombres y apellidos completos, fotografía­s si las hay y sobre todo la acción comunitari­a para aprehender de inmediato al asesino y hacerle sentir el repudio social por su acción criminal hasta que sea entregado a la Policía. Pero, además y sobre todo, que la Asamblea Legislativ­a retome su tarea específica y, complement­ando el propósito que tuvo el presidente Lenín Moreno al crear el bono estatal para víctimas de femicidio, establezca como norma legal que la sentencia condenator­ia contra el victimario contenga la imposición automática de una pensión penal por femicidio en beneficio de cada uno de los hijos o hijas de la madre asesinada, sean o no hijos del femicida e independie­nte de la pensión alimentici­a a la que estaría obligado en caso de que los menores huérfanos fueran sus propios hijos. Aunque la carencia del cariño materno brutalment­e cortado por el bárbaro femicida será siempre incompensa­ble.

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