Policías “retenidos”
El amotinamiento ocurrido el lunes 22 de julio en el Centro Regional Cotopaxi (cárcel o prisión de Latacunga) habría dejado el saldo de un policía herido y dos delincuentes privados de libertad asesinados por riñas con otras bandas, según la información de la autoridad.
Lo realmente alarmante es que uno de los líderes del amotinamiento, a quien llamaban El Abogado, con otras PPL, mantenían sentados en una vereda en calidad de “retenidos” a unos cinco policías y dos guías, mientras reclamaban por la “discriminación de que eran objeto” por carecer de agua potable, servicios higiénicos y poca cantidad y calidad de la comida, producto del hacinamiento carcelario, que altera los ánimos de los señores delincuentes por la mala atención en los servicios básicos. El Gobierno debe buscar alternativas para encontrar solución a dicho problema. Voces progresistas se levantan para criticar el maltrato a los “pobrecitos” PPL, defendiendo como siempre sus derechos humanos y por lo general culpando a la sociedad de que existan personas que no respetan la ley y
que cometan delitos. En la misma semana se produjo otro amotinamiento en el Centro de Rehabilitación de El Rodeo en Portoviejo, como siguiendo consignas de manera organizada.
No he escuchado a nadie referirse a la “retención” de los policías y guías como síntoma alarmante de la escalada violenta de la agresividad delictiva por parte de las personas privadas de libertad (presos) por múltiples delitos. Felizmente no mataron a los “retenidos”, seguramente porque era temprano en la mañana y la adrenalina se encontraba en niveles tan reducidos que no despertaban los bajos instintos de los delincuentes, porque sus cuidadores estaban indefensos, sin armas y sin protección legal.
El policía necesita respeto, apoyo y garantía legal para proteger a los ciudadanos y protegerse a sí mismo contra los delincuentes, cuya escalada de asesinatos y robos se encuentra sin control. Deben portar y usar el arma en el primer intento de agresión del delincuente o por no respetar la orden de alto, como lo hacen en otros países.