El control de extranjeros que se atacan entre sí por ganar clientes
Las cosas deben llamarse por su nombre. Según el diccionario de la RAE, xenofobia es odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros; y objetividad es principio complementario al de imparcialidad. Hago este preámbulo para delimitar competencias y asignación de responsabilidad por lo ocurrido el domingo 28 de julio de 2019 en Baños, Tungurahua, donde ciudadanos venezolanos insultaban, tiraban piedras y blandían cuchillos.
En algunos negocios, uno de los factores claves es la contratación del “enganchador de clientes”, a quien es común verlo en los exteriores de los locales. También aplican estrategias como la agresividad en las ventas pero que en ningún caso significa atentar
contra la humanidad ajena.
Quien los contrata son los administradores, dueños, etc. de los almacenes y son ellos a quienes les compete supervisar su rol y redireccionarlo si algo está mal. Pero escuchar gritos y optar por cruzar brazos es dar plena potestad de acción y no medir el factor riesgo para clientes propios y/o posibles y simples transeúntes. Hechos de esta índole hacen que la zona sea identificada como “riesgosa”, sucediendo la “novedad” de que al no ser los únicos, la pérdida de clientes suceda sin esfuerzo.
Aquí el alcalde no tiene culpa, es el dueño de casa quien debe organizar casa adentro.
Ec. Marysol del Castillo