El control de armas en riesgo por el fin del tratado nuclear
EE. UU. abandona el acuerdo para la eliminación de misiles nucleares firmado con Moscú en 1987 La OTAN responsabiliza a Rusia de la muerte del INF
El tratado para la eliminación de misiles nucleares de medio y corto alcance (INF), hito de la Guerra Fría que firmaron Washington y Moscú en 1987, es historia desde ayer, fecha en la que se ha formalizado la salida de EE. UU., desencadenando el temor a una nueva carrera armamentística global. Washington, que planea realizar este mismo verano pruebas con misiles prohibidos por el INF, aboga por un nuevo modelo para el control global de armas nucleares que incluya por primera vez a China. Pero corre el riesgo de dejar al mundo sin control armamentístico alguno.
LA FRASE Hemos propuesto a EE. UU. y otros miembros de la OTAN considerar la posibilidad de una moratoria. SERGUÉI RIABKOV, viceministro ruso de Relaciones Exteriores
El fin del INF preludia el del nuevo tratado START, que limita las armas nucleares de largo alcance de las dos potencias y que expira en febrero de 2021. El propio consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton, ya ha dicho que es poco probable que sea renovado.
La OTAN responsabilizó ayer a Rusia del fracaso del INF, que contribuyó decisivamente a la seguridad global durante tres décadas, y ha respaldado a Washington en su decisión de retirarse del mismo. Estados Unidos acusa a Moscú de la muerte del tratado, firmado por el presidente Ronald Reagan y el líder soviético Mijaíl Gorbachov, pues asegura que durante años ha violado sus términos, desarrollando misiles vetados por el mismo que amenazan a Estados Unidos y sus aliados europeos.
“Rusia es la única responsable de la muerte del tratado”, dijo ayer el secretario de Estado, Mike Pompeo. “Durante los últimos seis meses, EE. UU. dio a Rusia una última oportunidad para que corrigiera sus incumplimientos. Pero, Rusia decidió quedarse con los misiles, en vez de volver a adherirse a las obligaciones de este tratado”.
Trump adelantó en octubre de 2018 su intención de retirarse del tratado y el pasado 1 de febrero lo anunció oficialmente, abriendo un preceptivo plazo de seis meses, que expiraba ayer, para que Moscú cumpliera con sus obligaciones. En todo este tiempo, ha venido enviando señales de que
PARA SABER
China, que no está sometida a ningún acuerdo de control armamentístico, fue un factor determinante en esa decisión.
Washington considera hoy al gigante asiático un rival estratégico a largo plazo más relevante que Rusia, y ha invitado a Pekín a formar parte de “una nueva era del control de armas” que incluya a otras naciones con potentes fuerzas militares.
Hasta ahora, EE. UU. ha renunciado a probar misiles que violaran el tratado. Pero desde ayer es libre para hacerlo. Y planea realizar pruebas en las próximas semanas con misiles de alcance intermedio. En concreto, una versión del misil de crucero Tomahawk, modificado para ser lanzado desde tierra y no desde embarcaciones.
Rusia ha anunciado a través de un comunicado que “por iniciativa del lado estadounidense, el tratado entre la Unión Soviética y Estados Unidos sobre la eliminación de sus misiles de alcance intermedio y corto queda terminado”. Washington alegó en su día, como argumento para salirse del tratado, la negativa de Moscú de destruir un misil de crucero que viola las condiciones del pacto. Es un proyectil de 1.700 kilos que mide ocho metros de largo: el Novator 9M729 (SSC-8, según la clasificación de la OTAN). Según EE. UU., infringe el tratado al superar los 500 kilómetros de alcance.