El montuvio se inspira con las mujeres y los amorfinos
Según el curita Tobar, conocedor de lo divino, leyendo sagrado libro lo ha venido a predicar.
En el Génesis empezó acostumbrada lectura, vistiendo sotana oscura inquebrantable era su voz. Dios creó cielo y tierra en el principio del tiempo, no soplaba ni el viento todo estaba en tinieblas. ¡Hágase la luz! pronto dijo y viendo que era bueno, siendo el día primero en
este mundo inaudito.
Dio orden que se separen a lo seco llamó tierra, pa’ que la hierba creciera y a las aguas llamó mares. Afanado en su tarea, poco a poco creaba, la tarde y la mañana del segundo día era. A este hombre lo haré a mí misma semejanza, pa’ que agarre confianza una hembra le daré. Y jue en el sexto día que dictó este mandato, Adán jue hecho del barro y Eva de la costilla salía.
El séptimo día llegó culminado su trabajo, bendijo todo lo creado y ese día descansó.
Siete tiempos demoró según el libro sagrado, al terminar lo creado este mundo nos entregó. “Id y llenad la tierra” ese jue otro mandato, obedeciendo en el acto, allí empezó la paridera.
Hubo tantas hembras pero tan pocos varones, le tocaba a cada hombre tener siete compañeras.
Imagínese compadre tremenda ganga aquella, todos juntos en er catre y ninguna hacía querella. Habiendo tanta variedad y colores pa’ escoger, no hubo tiempo que perder pa’ la tierra abarrotar.
El viernes samba brasileña pa’l sábado la de Paraguay, el domingo pa’ descansar en brazos de una chilena. Y allí no para la cosa esto es fenomenal, usted podrá carretear a las pollas de Europa. Aún no he terminado daré la güelta al mundo, imaginé por un segundo, orientales a su lado. El lunes una de China el martes la de Tailandia, miércoles toca a Birmania el jueves a la filipina. El viernes la japonesa el sábado la de Vietnam, el domingo una de Taiwán masajeándole la cabeza. Si me tocan siete mujeres y apenas vivo con una, ¡anuncie! señor cura las seis que me esperen.