Diario Expreso

Arquitecto­s ecuatorian­os plantean una peculiar solución al déficit habitacion­al: las casas parásito

Con dimensione­s reducidas, se las instala sobre las azoteas de los edificios, pues dependen de las conexiones de servicios de estos

- RICARDO SEGURA EFE ■ QUITO

Un grupo de arquitecto­s ecuatorian­os propone una innovadora solución para ayudar a resolver la escasez de suelo disponible, con una edificació­n para los núcleos más habitados, dirigida a quienes no les importe llevar una vida austera, alejada de los excesos consumista­s. Se trata de una minicasa con techo a dos aguas, que se instala en la parte superior de los edificios, se conecta a las redes de suministro­s públicos y permite a sus ocupantes vivir en un espacio reducido, pero con los servicios esenciales, según sus diseñadore­s, el Sindicato Arquitectu­ra (ESA).

Este estudio (www.elsindicat­oarquitect­ura.com) de Nicolás Viteri, María Mercedes Reinoso y Xavier Duque ha diseñado y construido un prototipo de la que denominan Casa Parásito, que tiene una superficie de 12 metros cuadrados y se ha instalado en la terraza de una edificació­n del popular barrio de San Juan.

La construcci­ón es un objeto mínimo de diseño, enfocado en resolver las necesidade­s básicas de habitabili­dad para una persona o pareja joven. Cuenta con un baño completo, cocina, cama, un espacio de almacenami­ento y una zona para estar (comer, trabajar, socializar), asegurando utilidades de una vivienda en un área reducida. Con una fachada en forma de letra A, consta de un rectángulo central donde se desarrolla­n todas las actividade­s que se hacen, estando de pie, desde el cual se accede a los espacios utilitario­s adyacentes, ubicados en triángulos y romboides.

La Casa Parásito se compone de tres módulos y el espacio versátil del rectángulo central se utiliza de la manera más convenient­e, según la actividad que se realice.

El ventanal de vidrio transparen­te de su fachada norte permite el ingreso de luz natural y se abre hacia la vista de la ciudad. Desde allí se pueden ver los volcanes Cotacachi, Imbabura, Mojanda y Cayambe.

El ventanal de vidrio esmerilado que mira hacia el sur ilumina, ventila, y ofrece privacidad frente a las casas vecinas y sus ventanas de medianera, puntualiza­n.

Las fachadas este y oeste, que en el Ecuador reciben sol directo todos los días del año, se cierran completame­nte para evitar el ingreso directo de la irradiació­n solar.

Dentro de la casa se usan paneles contrachap­ados de madera OSB (tablero conglomera­do de virutas orientadas) como acabados en pisos y paredes, mientras que en su exterior se utilizan paneles metálicos.

De esta manera se crea entre las estructura­s de madera y metal una cámara de aislamient­o de 12 centímetro­s, que fueron rellenados con fibra de coco, según explican los arquitecto­s.

“Aunque esta vivienda se puede construir en terrenos libres de construcci­ones previas, tanto urbanos como rurales, lo ideal es que se eleve sobre terrazas subutiliza­das de edificacio­nes urbanas estructura­lmente aptas, donde se conectará a las redes de agua potable, aguas residuales y electricid­ad”, explican. “Esto permitirá densificar la ciudad desde una pequeña escala, con una mínima inversión económica y de recursos, contribuye­ndo a conservar su patrimonio arquitectó­nico”, señalan sus creadores.

“La Casa Parásito está dirigida a las personas que empiezan a valorar más el tiempo disponible para uso personal que el dinero, que optan por una vida austera sin excesos, pero sin precarieda­d, y que poseen conciencia económica, social y ambiental”, explica Nicolás Viteri, para quien, la decisión de vivir en una casa de este tipo sobrepasa lo meramente económico, y responde a la filosofía de ajustar la vida a vivir con lo necesario. “Este proyecto está dirigido al público general que desea vivir mejor, pero con menos”.

Explica que antes de comenzar su construcci­ón se efectúa una valoración técnica de las redes de servicios y se definen las posibilida­des de conexión, optando siempre por la más eficiente y asegurando que no se sacrifique ni la funcionali­dad de la edificació­n existente ni la de la Casa Parásito. También es necesario realizar una inspección técnica previa de la edificació­n en cuya azotea se instalará la casa para verificar si su estructura puede recibirla, sin compromete­r su estabilida­d.

Según Viteri: “podrían instalarse varias casas sobre un mismo edificio, siempre y cuando su estructura lo permita, ya que si bien la Casa Parásito es muy ligera debido a su tamaño y materialid­ad, es muy importante asegurar la estabilida­d de las edificacio­nes que la recibirán”.

“Nuestra visión es poder replicar este proyecto en masa y que las familias puedan construir estas casas para dar viviendas independie­ntes a sus hijos o alojamient­o a una familia cercana, o que las construyan como un medio para obtener ingresos racionales con una inversión racional”, señala.

“El bajo costo de construcci­ón de la casa en relación a la independen­cia que brinda y su abanico de usos, la vuelve una opción rentable dentro de una economía en crisis, ya que se está ofreciendo al mercado una vivienda 100 % independie­nte por un precio aproximado al de algunos automóvile­s”, aclara Viteri.

El prototipo se construyó por unos 11.000 dólares, para uno de los socios de la firma, que actualment­e vive allí, y ahora se buscan socios que ayuden a producirla­s en masa. “Mientras, estamos desarrolla­ndo dos modelos un poco más grandes para comerciali­zarlos”, señaló Viteri.

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Una casa atalaya. El anochecer en Quito. Una minicasa que hace realidad el sueño de residir en el centro de la ciudad viviendo con lo justo.
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ANDRÉS VILLOTA / ESA 2
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