¡Manos fuera de la justicia!
Una de las funciones del Estado con más críticas negativas ha sido la que tiene que ver con la administración de justicia. El país la desea y la requiere pulcra, pulquérrima pero, ello no ha sido logrado. La causa de este indeseable entorpecimiento de una función clave para garantizar la vida, la reputación y la libertad de las personas, ha sido la frecuente intervención en ella, de las otras funciones del Estado. Tan común se ha hecho en el Ecuador la mencionada intromisión que hasta existe un término coloquial para designarla: la metida de mano en la justicia.
El derivado de haber tolerado el equívoco comportamiento, es un país sometido
No es posible avanzar sin seguridad jurídica y uno de sus requisitos es la independencia judicial, ahora inexistente’.
al libre albedrío de los jueces que, en muchos casos -siempre demasiados- fallan en función de presiones políticas, monetarias o hasta amenazas de los delincuentes a los que juzgan.
La triste evidencia de lo arriba señalado se ha hecho otra vez visible con el conocimiento de los chats cruzados entre magistrados y funcionarios públicos de alto rango y también con las sentencias y procedimientos favorecedores de la impunidad recientemente conocidos y que nos han convertido en un país de prófugos.
Resulta urgente, imperativo, un compromiso nacional que logre que nadie se atreva a meter sus manos en la administración de justicia.