Ama zonas, no...
. ..Ama al planeta completo. Ama al Cosmos. Por supuesto, con mayor razón a lo más cercano a nuestra ubicación en el planeta Tierra. A todo aquello de lo que somos parte, tal cual la Amazonía o el océano Pacífico.
Estoy seguro de que a ti como a mí, nos causa dolor presenciar el gigantesco incendio forestal que está destruyendo la flora y la fauna de uno de los más portentosos ecosistemas del mundo, “descubierto” precisamente desde el actual Ecuador por el conquistador español Francisco de Orellana, uno de los “fundadores” de Guayaquil en su actual ubicación.
El fuego cubre una amplia franja de territorio brasileño y ya llega a suelo boliviano y paraguayo. Nuestro gobierno ha hecho un buen gesto al conversar respecto del envío de tres brigadas de especialistas, con el escéptico, respecto del cambio climático, presidente Bolsonaro, quien sostiene que todo esto es una psicosis creada por las oenegés contra los intereses del Brasil.
Aunque no somos de los países con más incendios forestales sí hemos cobrado experiencia en controlar algunos de los que, de cuando en cuando, se producen y se ha logrado, con el esfuerzo precisamente de algunas oenegés ambientalistas, ir creando una conciencia ambiental que, por supuesto, tiene que continuar consolidándose.
Mientras tanto, lo que sucede en la Amazonía preocupa al mundo. El impacto ya se está sintiendo en amplia dimensión y Francia ha calificado a lo que sucede como una crisis global que merece tratamiento especial en la reunión del G7, que empezó ayer en Biarritz, con su consiguiente contracumbre orquestada por los contra-globalización.
Perturba la inconciencia ambiental de algunos mandatarios aunque, ahora, resulta minoritaria’.
Cuando debe estar claro que el mundo sí es cada vez “más ancho” pese a las facilidades de la comunicación o tal vez por ello, ya no puede ser tan ajeno como planteaba el formidable autor peruano Ciro Alegría (discípulo de su extraordinario compatriota César Vallejo), titulando a su producción literaria más célebre: El mundo es ancho y ajeno. La voz del también autor de Los perros hambrientos, es profética y es mandato a cuidar el planeta sin explotar, indebidamente, a la única Tierra que poseemos.