Guayaquil comercial: ayer y hoy
Mucho se ha escrito del Guayaquil comercial. Pocos conocen que esta actividad económica no nació en la Colonia. Tiene una larga vida sociohistórica. Por eso es correcto decir que el comercio en Guayaquil es “ciclo de larga duración” (usando el concepto de Braudel). La etnohistoria, arqueología y crónicas coloniales hablan de un “comercio primitivo” marítimo de conchas ‘spondylus’ de pueblos y señoríos étnicos precoloniales, “indígenas mercaderes” (así llamó Jacinto Jijón y Caamaño a los manteños huancavilcas).
Por eso la relación del comercio con la ciudad surgió antes del coloniaje. Estas sociedades realizaban intercambios comerciales, a grandes distancias, en viajes de muchos días por el Pacífico. Para esto construían balsas, y con la intrepidez de buenos y diestros marineros, navegaban a las costas de México, por el norte, y de Perú y Chile por el sur. La astucia del colonizador percibió esto y utilizó esa experiencia histórica. Esta es la primera edad del comercio guayaquileño.
Lo expandió el coloniaje, en la ciudad-provincia, junto al puerto y los astilleros. Así renació otro “ciclo
de larga duración” del Guayaquil comercial, agromercantil y exportador (siglos XVII, XVIII y XIX). Desarrolló y consolidó el comercio por mar, exportando cacao, tabaco, tagua, paja toquilla, caña, frutas tropicales, etc. Otra cara fueron las importaciones, creando números almacenes de comercio, al por mayor y menor. También los informales, como ventorillos y regatones, pulpería de abastos y regatones. Por eso Humboldt dijo en 1803: “En toda esta población el apego al comercio era su distintivo”. Este segundo ciclo colapsó con la crisis cacaotera 1920-30. Pese a esta crisis el comercio siguió siendo la actividad económica preferencial de los guayaquileños.
La tercera y última fase agromercantil y comercial del Guayas vendrá con el banano, palma africana y otros productos. De modo que no nos asombremos de que la edad del comercio en Guayaquil sea centenaria y hasta milenaria, pues entre el comercio y la urbeprovincia se teje una síntesis curiosa y básica. En ella se fue haciendo la mentalidad mercantil del guayaco común. Por eso a quien viene aquí y no sabe comerciar se lo “come el diablo”.