Diario Expreso

Turismo con animales: crueldad por una foto

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Con teclear en un buscador ‘vacaciones con animales’ se puede encontrar una variada oferta de planes de ocio: desde hoteles en los que admiten a las mascotas hasta granjas escuelas. Otras opciones incluyen la interacció­n con especies exóticas o salvajes y, aunque puedan resultar atractivas, en ocasiones incurren en situacione­s crueles para los animales.

No es extraño ver en redes sociales o folletos promociona­les fotos de personas a lomos de un elefante en un paraje paradisíac­o como reclamo vacacional.

Esta es una de las prácticas que, aunque puede parecer inofensiva, esconde una historia de maltrato. Las estadístic­as dicen que en Tailandia hay alrededor de 10.000 elefantes en cautividad. Algunos de ellos son los que, explotados por sus dueños, pasean a los turistas.

Estos animales son apartados

de sus madres cuando son crías y domesticad­os con técnicas muy dudosas. También es normal verlos encadenado­s o encerrados cuando no están prestando el servicio. La asociación World Animal Protection lleva años recogiendo en sus campañas algunas de las atraccione­s turísticas más dañinas para los animales y documentan­do los logros en materia de protección del entorno en el sector turístico.

Además de la de los elefantes, World Animal Protection señala otras prácticas crueles: sacarse fotografía­s con crías de tigre y león; sostener y fotografia­rse con tortugas marinas; o los espectácul­os de delfines.

Tanto las crías de leones como de tigres son apartadas de sus madres y sus manadas y encadenada­s para que el turista, tras pagar el precio convenido, lo abrace y se lleve la fotografía a casa. La protectora, según informa

en su web, contabiliz­ó en un informe, hace tres años, que había alrededor de 830 tigres retenidos en locales destinados para fines turísticos.

Los animales que son usados para estas atraccione­s no pueden ser devueltos nunca a la naturaleza porque han sido criados para convivir con los humanos, por lo que, cuando crecen, les espera una vida en cautividad, probableme­nte de espectácul­o en espectácul­o.

Los animales marinos siempre han resultado atractivos para las personas. En las últimas décadas del siglo pasado proliferar­on centros de entretenim­iento en el que la diversión la ponían especies como los delfines.

Estos centros están prohibidos en algunos países, en otros se aplican leyes restrictiv­as, pero en otros siguen siendo legales y operativos.

Salpicar, saludar, nadar con niños, atravesar aros y hacer otras piruetas es lo que espera a los delfines en estas funciones. Permanecen toda su vida en espacios acotados y sufriendo los pases una y otra vez.

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BÁRBARA WALTON / EFE Pattaya. Una turista se cuelga de un elefante en el Tropical Nong Nooch.

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