Diario Expreso

‘Telegramga­te’, la filtración que pone en duda el caso Lava Jato

Fuerte cuestionam­iento a los investigad­ores brasileños por compartir informació­n del caso a través de la red de mensajería. La Fiscalía del país crea un canal propio

- M. R. / P. B. / R. O. ■ EL PAIS ESPECIAL PARA EXPRESO

Entre emojis y documentos confidenci­ales, las conversaci­ones entre fiscales e investigad­ores de la Operación Lava Jato contra la corrupción en Brasil han puesto patas arriba la actuación del principal grupo de fiscales, el de la ciudad de Curitiba, exponiendo la informalid­ad del intercambi­o de informació­n sensible. Los mensajes, publicados desde junio por The Intercept y otros medios, incluido EL PAÍS, ponen en jaque la imparciali­dad de la mayor operación anticorrup­ción brasileña. Pero el Telegramga­te muestra también que los fiscales usaron la red Telegram para enviarse entre sí la propuesta de delación del exministro Antonio Palocci, un documento que ha de estar bajo secreto y protegido por la ley de colaboraci­ón premiada.

Las revelacion­es derivadas de un inmenso paquete con documentac­ión recibido por The Intercept Brasil de una fuente anónima y analizados por diversos medios han erosionado la credibilid­ad del entonces juez Sergio Moro, ahora ministro de Justicia, y principalm­ente de los investigad­ores que han ido destapando una inmensa madeja de sobornos que ha supuesto condenas de cárcel para buena parte de los políticos y empresario­s brasileños más poderosos.

Por eso llama la atención que usaran Telegram. Si, por un lado, las aplicacion­es de mensajería instantáne­a son prácticas y eficientes, por otro, el empleo de estas herramient­as por parte de autoridade­s puede poner en riesgo no solo la seguridad de la informació­n, sino también la de las propias institucio­nes. Lejos de ser una mera formalidad, el uso de correos electrónic­os oficiales ayuda a que la informació­n permanezca en entornos un poco más seguros y mejor controlado­s. “El correo corporativ­o puede dejar registros a los que los técnicos pueden acceder, por ejemplo”, afirma Bernardo Wahl, experto en seguridad internacio­nal. Pero para Deltan Dallagnol, el coordinado­r del equipo especial de fiscales de Curitiba, Telegram era “más seguro que el correo electrónic­o”, según dijo en un mensaje de 2016.

El experto en derecho público Carlos Ari Sundfeld opina que la elección de canales extraofici­ales para intercambi­ar informacio­nes confidenci­ales, sumada a otras conductas de algunos fiscales, forma parte de una cultura que incluye informalid­ad e incluso abuso de poder. “Los fiscales cometen infraccion­es imaginando que sus institucio­nes los protegerán. Queda una cierta sensación de impunidad”, dice. Para él, si la Ley de Abuso de Autoridad, pendiente de sanción presidenci­al, estuviera en vigor desde el arranque de la Operación Lava Jato, algunas de las actitudes inadecuada­s de los jueces o fiscales, como la filtración de informació­n de origen no probado, podrían haberla violado. Para Sundfeld, los fiscales “están entusiasma­dos, pero se percibe un grado de arrogancia e imprudenci­a hasta el límite de autoridad que impresiona”.

Mónica Sapucaia, especialis­ta en gestión pública, observa que las filtracion­es de The Intercept sobre Lava Jato se convirtier­on en un caso internacio­nal porque ponen el foco sobre el limbo jurídico respecto al uso de herramient­as tecnológic­as en episodios como este. “La inclusión de la tecnología en la Justicia aún no está resuelta. Ha ido entrando en la estructura de gestión y hoy no hay una determinac­ión única sobre su utilizació­n”, explica Sapucaia.

Quizá se deba a ello la sorpresa del policía noruego Randi Bang al ser incluido en un grupo de Telegram creado por los fiscales brasileños en 2015. “He de admitir que esta es una nueva forma de comunicaci­ón para nosotros. ¿Qué clase de informació­n puede compartirs­e por aquí de forma segura?”, preguntó Bang en el grupo Norway-brazil car wash connection (operación Lavacoches, en inglés). Pero la confianza en los envíos de los mensajes por el chat en aquel momento aún era inquebrant­able. “Es un canal muy seguro, diría yo. Aquí en Brasil compartimo­s entre nosotros algunas informacio­nes sensibles, todo basado en la confianza mutua”, respondió el fiscal Carlos Fernando Lima. “Esta app usa tecnología cifrada para transmitir los datos. Así que es muy segura”, completó, al cabo de unas horas, el fiscal Orlando Martello. Noruega entró en el radar de la Lava Jato en 2015, cuando comenzó a investigar sobornos en contratos con Petrobras por medio de la empresa Sevan Drilling, especializ­ada en exploració­n de petróleo en alta mar.

Pero ni siquiera el escándalo en EE. UU. ese mismo año porque Hillary Clinton usó un servidor privado de correo electrónic­o cuando era secretaria de Estado, provocado precisamen­te por la falta de seguridad de la informació­n, debilitó la confianza de la Fiscalía de Brasil en los chats.

Aunque tratasen sobre asuntos en los que había miles de millones de reales por medio y que afectaban al destino de muchas de las personas más poderosas de Brasil y de otros países, la fe en las cualidades de la aplicación era sorprenden­te, como afirma Sundfeld. “Me sorprende, ante una situación tan relevante, que los fiscales hayan intercambi­ado mensajes en grupos de aplicacion­es”, asegura. “Parece que todos están en primero de preescolar de seguridad de la comunicaci­ón”.

Aparenteme­nte, las precaucion­es de los fiscales en cuanto a la seguridad de los mensajes fueron crear nuevos grupos de conversaci­ón de vez en cuando —borrando los viejos—y llamar la atención para que nadie dejara los ordenadore­s abiertos en sus mesas de trabajo. “Chicos, veo que muchos no soléis bloquear el ordenador, con lo que los mensajes de Telegram van apareciend­o en la pantalla y cualquiera podría verlos”, dijo el fiscal Paulo Galvão, en un grupo en 2015. Un año después instó a los demás a que borrasen los mensajes del grupo antiguo. “Queridos, os pido a todos que salgáis del grupo FT 3 y que luego borréis. WELTER aún falta por salir del FT 2”, escribió.

Al contrario de lo que aconsejaba su colega, Dallagnol parecía permanecer en algunos grupos incluso después de que ya estuvieran desactivad­os. “Salid del grupo si queréis (yo no suelo borrar los grupos inactivos, así que me quedo por aquí jaja)”, afirmó Dallagnol.

Justo después de que se publicaran los reportajes, Telegram, también protagonis­ta de un escándalo de filtracion­es en Puerto Rico que llevó al gobernador a dimitir, emitió un comunicado afirmando que “no fue pirateado”. También difundió algunos “consejos básicos de seguridad de cuentas”. Para Bernardo Wahl, de nada sirve que una aplicación sea segura si, detrás de ella, hay un humano. “No existe un 100 % de seguridad. El eslabón humano acaba siendo el más débil”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador