TRES DÉCADAS de inconformidad indígena
La ruptura entre la Confederación de Nacionalidades y el gobierno de Moreno confirma la tendencia. La protesta vuelve a las calles, como ocurre desde 1987
La inconformidad es tan histórica como su lucha. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) volvió a las calles luego de romper el diálogo con el Gobierno de Lenín Moreno por la misma razón que en anteriores ocasiones: el incumplimiento de acuerdos.
Los avatares del movimiento indígena con el poder no son nuevos y son visibles desde 1987 cuando, con otros grupos, participaron de las primeras movilizaciones en contra de las políticas del entonces presidente León Febres-cordero.
De ahí en más, no han dado tregua a ningún gobierno, ni de derecha, ni de los autodenominados de izquierda, incluyendo a aquellos con los que llegó al poder, como con Lucio Gutiérrez, o mostró empatía en un inicio, como con Rafael Correa y el propio Moreno.
Con Gutiérrez la ‘luna de miel’ duró seis meses antes de que lo acusaran de haberse entregado al Fondo Monetario Internacional (FMI) y aplicar medidas impopulares al incrementar los precios de los combustibles y de la electricidad.
En la última década, al reclamo se ha incorporado un rechazo al extractivismo minero y petrolero y, por ende, una defensa a ultranza de los territorios. La pregunta es ¿quién no entiende a quién? ¿Los indígenas no se conectan con las necesidades de los gobiernos para subsistir o el Estado no ha sabido suplir sus demandas?
La académica María Eugenia Garcés cree que históricamente ha sucedido que los gobiernos han dado espacio a los capitales y grupos de poder, relegando los pedidos populares. “La Conaie pide que se sienten las bases de un país distinto en el que las nacionalidades sean respetadas y reconocidas. Eso implica garantizarles todos sus derechos incluyendo el espacio para ejercerlos. Nada se ha cumplido y más bien se busca afectarles”, dijo Garcés.
En la última Asamblea del movimiento indígena se resolvieron 11 puntos que marcaron la ruptura con el Gobierno, pero también se introdujeron demandas a otras instancias como la Asamblea a la que le presentarán un proyecto para que se asignen recursos directamente a las nacionalidades para que puedan desarrollar sus propios planes de vida.
La analista política Katalina Barreiro considera que las tensiones entre la Conaie y el poder de turno difícilmente desaparecerán porque la agenda del movimiento genera tensión sobre los planes económicos que se basan en la extracción de productos primarios. “Además, hay que reconocer que sectores indígenas mantienen una vulnerabilidad económica y cualquier anuncio de ajuste económico y laboral genera sospecha”, señaló.
Pero estas decisiones tampoco están alejadas de los momentos políticos. En menos de dos años habrá elecciones presidenciales y de asambleístas. El brazo político de la Conaie, Pachakutik, luego de los resultados de las seccionales, considera que podría lograr algo más con candidatos propios.
Barreiro dice que el movimiento indígena no debe ser visto solo como una organización social, sino también política, con agenda propia que, ante la proximidad de un proceso electoral, empieza a tomar posturas. “Siempre lo han hecho y por eso se han mantenido en el horizonte político casi 30 años. La Conaie ha tenido la virtud y la habilidad de ser una fuerza, no tanto en términos electorales, en términos políticos y simbólicos”, considera.
Garcés coincide en que las luchas sociales necesariamente son políticas, pero discrepa en que el objetivo del movimiento sea partidista. “Hay un uso maniqueo de querer incorporar la lucha social a una ideología política partidista para desvalorizar lo hecho por ellos”, señaló.
Mientras tanto, el Ministerio de Gobierno busca restablecer los canales de diálogo con los representantes indígenas que han manifestado que no habrá acercamientos, salvo que las bases los autoricen.