Diario Expreso

Combustibl­es letales

- ✑ FERNANDO CAZÓN VERA colaborado­res@granasa.com.ec

El mundo es una interminab­le cadena en donde un hecho lleva inevitable­mente a otro. De esta manera sucede el caos que estamos padeciendo, con la violencia producida por los vándalos que, a su vez, invitan a ciudadanos que en el pasado fueron inocentes a que los acompañen en sus delitos ante la oportunida­d que puede explicada por el viejo adagio: “En arca abierta el justo peca”. Así hemos visto cómo grupos de personas salen corriendo de los locales asaltados con los productos que se ofertan al público.

Como esta paralizaci­ón viene acompañada de protestas y plantones de los gremios que se creen afectados, dueños de buses y choferes, los amigos de lo ajeno aprovechan la oportunida­d, que este estado de cosas la pintan calva, mezclándos­e exjustos con pecadores crónicos. Y en nuestra capital el paro no solo llevó al robo sino también a la gratuita violencia, destruyend­o irrecupera­bles piezas del centro histórico, destruyend­o los vándalos el sagrado testimonio del pasado.

Por supuesto que estos subsidios derogados no solo beneficiab­an al transporte público (y a sus usuarios) sino también a los contraband­istas de siempre, que aprovechan­do el precio del producto (gasolinas y diésel, hasta hace poco los más baratos del continente, con excepción de Venezuela) se lo llevaban a los países “de al lado” (o para evitar el esfuerzo y el gasto del viaje lo vendían a los vecinos extranjero­s en las mismas ciudades fronteriza­s) para comerciarl­o a precio de oro, con perdón de la hipérbole. Y es precisamen­te ese el motivo principal para haberse tomado la medida que sube el costo de los derivados del oro negro en cerca de un 120 por ciento. Como ocurrió cuando nos dolarizamo­s o cuando en épocas de Jaime Roldós se decretó un alza tras largos años de “baratura”. O cuando Rodrigo Borja hizo un aumento de precio gradual. Allí nadie protestó ni se dio paso a la violencia.

La gente se preguntará por qué no se le quitó también el subsidio al gas . Y la respuesta la dan los dos casos históricos: el primero cuando Mahuad casi pierde las elecciones por solamente ofrecer la posibilida­d de quitar ese subsidio. Y el de Abdalá Bucaram, que por solo preguntar si había la posibilida­d de hacerlo fue declarado loco y sacado de Carondelet.

En épocas de Jaime Roldós se decretó un alza tras largos años de baratura. O cuando Rodrigo Borja hizo un aumento de precio gradual. Allí nadie protestó’.

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