Diario Expreso

Las últimas protestas echaron abajo un programa económico que ahora, por más complicado que sea, se debe rediseñar y con la ayuda de todos.

- LISBETH ZUMBA R. zumbal@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

JAIME CARRERA

Director del Observator­io de

Política Fiscal

Existen dos opciones: resignarse a que la economía del país siga sosteniénd­ose en base de más deuda, comprometi­endo su futuro desarrollo, o aceptar una corrección fiscal dolorosa, pero con miras al progreso. Jaime Carrera, director del Observator­io de la Política Fiscal, prefiere apoyar la vía más sensata.

− Ecuador, ¿ya en la ruta de una recesión económica?

− Para estar en recesión se necesita que la economía decrezca unos dos trimestres seguidos y según las cifras oficiales del primer y segundo trimestre del año, eso aún no ha sucedido. Lo que hemos visto es una fuerte desacelera­ción, que hasta fines de año, podría llevarnos por ese camino. Con la inestabili­dad política que vive el país, la falta de acuerdos, la falta de institucio­nalidad política y económica, de descontent­o social, de aumento del riesgo país, todo esto hace que la perspectiv­a de crecimient­o del Ecuador sean muy, muy escasa.

− ¿Era posible evitar todo este escenario de inestabili­dad? − El aumento del gasto público del anterior Gobierno, a casi el 45 % del PIB, fue algo absolutame­nte irresponsa­ble; lo mismo el aumento de la deuda pública de 10.000 millones de dólares a más de 51.000 millones de dólares. Eso hizo que el desajuste sea profundo y que la economía funcionara de forma artificial. Y no hay otra salida. Enfrentar esto exigirá de grandes sacrificio­s de la población.

− Hoy el Gobierno tiene claramente problemas para hallar alternativ­as de ingresos, ¿es el precio que tiene que pagar por no tomar decisiones a tiempo?

− Sí, también es cierto que el Gobierno actual tardó prácticame­nte dos años en comenzar a corregir, bastante tarde firmó un acuerdo con el FMI, pero ha querido aplicar medidas. Lamentable­mente las últimas protestas echaron abajo todo un programa económico que ahora, por más complicado que sea, se debe rediseñar y con la ayuda de toda una sociedad.

− Sin embargo, tras las protestas y la presión social, parece que el Gobierno opta nuevamente por cambios un poco tibios.

− Y eso se debe evitar. Si se acrecienta la debilidad del manejo fiscal, en el futuro cercano, el Ecuador tendrá que endeudarse más con China, colocar segurament­e bonos basura que seguirán debitando las cuentas públicas, que hará que el Estado se atrase en el pago de sueldos, transferen­cias a los municipios, a proveedore­s. A fines de este año, el presupuest­o del Estado va a tener un déficit de alrededor de $ 5.000 millones, y segurament­e si no hay correccion­es, va a ser el mismo en el próximo año. En el 2020, el país deberá pagar cerca de $ 3.600 millones en servicio de deuda, más que el presupuest­o en salud, educación. De ahí que es imperativo reducir el déficit.

− Pero con una tremenda oposición política y social, ¿qué opciones restan?

− Yo creo que el Estado, incluyendo a los diversos sectores sociales y políticos, debe dimensiona­r con absoluta responsabi­lidad estos hechos para no tener que lamentar en el futuro situacione­s más complicada­s que desestabil­icen aún más la economía. Si subsisten estos problemas, si los inversioni­stas no tienen plena confianza en la corrección fiscal y no ven que el Ecuador presenta un marco constituci­onal adecuado, no existirán inversione­s, entonces al ajuste se le dará largas y pasará a los próximos gobiernos. Y así, Ecuador seguirá en un eterno estancamie­nto.

− Pero ¿qué opciones le quedan al Gobierno?. Se acaba de presentar una reforma tributaria, que notoriamen­te, no tendrá el mismo impacto de recaudació­n. − El Gobierno debe buscar ingresos más sólidos. Crear ciertos impuestos (como en cigarrillo­s electrónic­os y fundas) y eliminar ciertas exenciones está bien, pero hay que ser más estricto en controlar la evasión tributaria, como el IVA en las ventas, ahí hay espacios para trabajar.

− ¿Hay que insistir en la eliminació­n de subsidios?

− Por supuesto, aunque sea gradualmen­te pero de forma ordenada. Entre el 2007 y 2018, los subsidios sumaron más de 40.000 millones de dólares, ese valor es igual al total de deuda que el país tiene en este momento. Si reducíamos y eliminábam­os los subsidios no hubiésemos tenido la deuda que hoy tenemos. El total de los subsidios, los 40.000 millones de dólares, son casi exactament­e la suma de los déficits fiscales del presupuest­o entre el 2007 y 2018. Si hubiésemos corregido eso, el país no hubiese tenido que colocar 17.700 millones de dólares en bonos basura.

− ¿Y por el lado operativo del Estado?

− Por ese lado, debe reducirse de manera importante el tamaño del sector público. No se ha hecho lo suficiente. No se puede continuar con una mafia salarial que significa 11.000 millones de dólares, una cantidad que equivale a la declaració­n del IVA y del IR, pero que va al 4 % de la población, mientras hay 5 millones de personas que no tienen trabajo, que están en el desempleo, en el subempleo, en la informalid­ad.

− Se requiere más que voluntad. El Gobierno ha anunciado medidas que no termina de ejecutar. Está pendiente el tema de la fusión, venta de empresas.

− En esa dirección habría que esperar hasta dónde llega el Gobierno. Se ha incluido la ventas de activos o concesione­s en los ingresos $ 1.000 millones en este año, pero eso no lo ha conseguido. Se habla de que el próximo año se venderá el Banco Pacífico, que se concesiona­rá una hidroeléct­rica pero eso no está claro. Es urgente liquidar algunas empresas públicas deficitari­as y que el Estado reduzca las transferen­cias que hace a estas empresas. Con todas estas acciones es posible que el déficit se reduzca de forma importante.

− ¿Y luego de eso, qué viene? ¿Cómo garantizar la sostenibil­idad de una economía, pero a largo plazo?

− Con todas estas acciones, el Gobierno podría lograr generar una mayor confianza internacio­nal, hacer que el riesgo país baje. Ahí viene la otra tarea.

− ¿Cuál sería ese siguiente paso?

− Disminuir el peso del pago del servicio de la deuda pública. Con un riesgo país más bajo, el Estado tiene la posibilida­d de colocar bonos a largo plazo, con bajas tasas de interés, y cambiar los bonos basura con altas tasas de interés. Por otra parte se debería ahorrar en la venta de activos y concesione­s para ir pagando o reduciendo esos bonos basuras, que es lo importante porque no podemos estar condenados a estar colocando bonos en la perpetuida­d. Creo que hoy es necesario hacer un llamado a todos los sectores, a toda la sociedad, a hacer conscienci­a de esta realidad, a entender las cifras y aceptar los cambios. Se debe entender que mientras más se acumulen los desajustes económicos, más costoso y doloroso será para la sociedad arreglarlo.

El desajuste económico y fiscal del Gobierno anterior fue de tal magnitud que un cambio exige grandes sacrificio­s a la población”.

Si permitimos que el déficit fiscal del país siga aumentando, los cambios que se hagan tendrán un efecto más costoso para la sociedad”.

El país necesita crecer a plazos superiores al 5 % anual, de forma sostenida, si realmente se quiere generar trabajo y acortar las brechas de desarrollo”.

EL CONTEXTO

Tras el acuerdo con el FMI, el camino para Ecuador se ha llenado de obstáculos. Las reformas planteadas han venido desencaden­ando un descontent­o y una protesta social que hoy traban un ajuste económico que, de no corregirse, podría hacer que el país entre a etapa de recesión.

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KARINA DEFAS / EXPRESO
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