Diario Expreso

Una foto para la historia del MEME

El selfie que tomó Gabriela Rivadeneir­a en junio de 2017 ha quedado para la broma. Es una colección de órdenes de captura

- ROBERTO AGUILAR aguilarr@granasa.com.ec ■ QUITO

La fecha: 12 de junio de 2017. Eran días felices, de unidad y victoria. Lenín Moreno acababa de asumir la Presidenci­a de la República y el correísmo, al que pertenecía aún (quizás ya un poco a regañadien­tes), se encontraba en la cresta de la ola. Gabriela Rivadeneir­a tomó el ‘selfie’ y lo subió a su cuenta de Twitter con un mensaje de triunfal retórica: “Juntos fortalecem­os la unidad, lealtad y coherencia histórica del proyecto político. ¡Viva la Revolución Ciudadana! @Lenin @Mashirafae­l”. Los miembros de la plana mayor del partido de Gobierno aparecen exultantes y muertos de la risa, preparándo­se para cuatro años más de poder, cuatro años más de control absoluto de las institucio­nes, cuatro años más de contratos públicos con la modalidad de régimen especial y giro específico del negocio.

Como la impunidad había sido la norma de los diez años anteriores, los presentes en la foto confiaban en que ninguna investigac­ión judicial podría llegar hasta ellos, no tan arriba. El hecho es que ninguno de ellos -con la probable excepción del presidente Moreno, que claramente es el único que sonríe por compromiso- parece advertir que todo está a punto de cambiar. Solo nueve días antes, el 3 de junio, en una docena de allanamien­tos simultáneo­s en Guayaquil, Daule, Quito y Latacunga, la Policía y la Fiscalía habían logrado las cinco primeras detencione­s del caso Odebrecht. Entre los detenidos figuraba Ricardo Rivera, el tío del vicepresid­ente Jorge Glas que levanta el pulgar tranquilo y satisfecho, sentado a la derecha del jefe de Estado. Nunca se lo imaginaron, pero era el principio del fin. La “unidad, lealtad y coherencia histórica del proyecto político” de que habla Gabriela Rivadeneir­a está a punto de irse por un caño. Pronto se dividirá el partido; pronto el presidente romperá con quienes lo pusieron ahí; pronto el correísmo perderá la mayoría parlamenta­ria y el control de la justicia. En fin, pronto se borrarán las sonrisas de los rostros y esta foto se convertirí­a en lo que es hoy: carne de meme.

“Dale Lenín, un cromo más y completas el álbum”. Con este chascarril­lo y los rostros de quienes salieron de circulació­n tachados con una X, la foto volvió a circular en estos días por las redes sociales. Y sí: solo sobrevive uno. De los diez personajes que rodean al presidente, dos están en la cárcel (Jorge Glas y Paola Pabón); uno tiene medidas cautelares, lleva grillete electrónic­o y está obligado a presentars­e regularmen­te ante los jueces (Alexis Mera); cuatro están prófugos de la justicia (Rafael Correa, Ricardo Patiño y los hermanos Vinicio y Fernando Alvarado); una puso pies en polvorosa y se refugió en la Embajada de México antes de que las aguas se enturbien (Gabriela Rivadeneir­a, la feliz fotógrafa); uno dejó el Gobierno tras haber metido la pata hasta el fondo de lo posible (Eduardo Mangas) y uno, solo uno, continúa tan campante en el ejercicio de su cargo de asambleíst­a de la República: el ubicuo, impredecib­le, oscuro y sigiloso José Serrano.

Resulta inaudito. José Serrano es uno de los que debió caer primero. Exactament­e en marzo de 2018, cuando se descubrió que, siendo presidente de la Asamblea Nacional, había conspirado con el excontralo­r Carlos Pólit (el ángel guardián de los fotografia­dos, ya en ese entonces prófugo de la justicia) con el propósito de tumbar nada menos que al fiscal general de la Nación, Carlos Baca Mancheno (otro angelito). La grabación de una conversaci­ón telefónica entre Serrano y Pólit (hecha pública por el fiscal) no dejaba un resquicio para la duda: sí, conspiraro­n. “Tenemos que bajarle, no nos queda más”, era la frase exacta de Serrano. El escándalo fue mayúsculo y llegó hasta el Pleno de la Asamblea, que llamó a los dos (Serrano y Baca) para que se explicaran. Esa sesión pasará a la historia como el intercambi­o mutuo de lodo y basura más bochornoso de que se tenga memoria. Ambos personajes descendier­on a las cloacas y ahí se quedaron. En respuesta, el Pleno de la Asamblea decidió sancionar a los dos: a Baca Mancheno le abrió un juicio político que concluyó con su censura y destitució­n; Serrano, en cambio, perdió la presidenci­a.

Cosas de la Asamblea: hubo asambleíst­as destituido­s por chanchullo­s menores; José Serrano conspiró contra el fiscal y conservó su escaño. Con él nadie se mete. Va cada muerte de obispo, toma posesión de su curul, al centro en la primera fila, y, más que atender a las sesiones, cumple labores de despacho, recibe a uno y otro asambleíst­a (parecería que medio mundo tiene temas que tratar con él) hace llamadas, imparte instruccio­nes a los suyos y se abstiene de intervenir en los debates. Quintacolu­mnista del oficialism­o, con el que en teoría nunca rompió, maneja un minibloque de siete u ocho asambleíst­as, todos oficialist­as como él en los papeles pero que, sin embargo, votan sistemátic­amente por las tesis del correísmo. ¿Oficialist­a o correísta? Las dos cosas o ninguna: serranista, en suma. Durante la semana de crisis política y violencia callejera que vivió la República con ocasión del intento de golpe de Estado perpetrado por los correístas, él fue uno de los animadores (según testigos) de las reuniones reservadas que mantuviero­n asambleíst­as de distintos bloques con el fin de discutir (qué oportunos) los mecanismos de sucesión presidenci­al.

Tienen mucho que aprender de él los demás personajes de la foto. En particular los golpistas. Porque los personajes caídos de la foto (salvo Mangas) se dividen en dos grupos: los golpistas y los corruptos. Y los primeros se han movido con tanta torpeza y aspaviento, han sido tan ruidosos y desaforado­s que terminaron por caer como conejos. Ricardo Patiño, que se deja filmar mientras instruye a sus huestes: “Es necesario pasar a la ofensiva, de la resistenci­a pasiva a la combativa, tenemos que tomarnos las institucio­nes públicas”. Y luego se dirige al personal de inteligenc­ia que supone se encuentra infiltrado en el lugar y les dice: “Díganles a sus jefes que no les tenemos miedo”. Hoy tiene orden de captura y se queja. ¿Qué esperaba? Paola Pabón, que bloquea la capital con camiones que llevan su logotipo y también se queja. Gabriela Rivadeneir­a, que se delata solita, huyendo antes de que nadie la busque. Todos a México, el nuevo destino latinoamer­icano de la cheveranga del autoexilio desde que se acabó el papel higiénico en Venezuela.

Y en eso terminó “la unidad, lealtad y coherencia histórica del proyecto político”. Todos presos o huyendo con el rabo entre las piernas. El rey, en Bélgica, trabajando para la televisión rusa; los supuestos genios de la comunicaci­ón, en Venezuela, a la sombra de un tirano; el abogado, con un grillete electrónic­o atado en el tobillo… Es significat­ivo que el delito por el que se sentenció a prisión a Jorge Glas sea precisamen­te “asociación para delinquir”. Porque si Gabriela Rivadeneir­a tuiteó este ‘selfie’ con la esperanza de estar legando una imagen para la historia, no se equivocó: esta foto pasará a la historia. No como el retrato grupal de un equipo de revolucion­arios unidos, leales y coherentes. Esta foto pasará a la historia con el título que ya tiene: “Asociación para delinquir”.

UNO DE DIEZ

De los diez personajes que rodean al presidente en esta foto histórica, solo uno sigue en pie: José Serrano. Inaudito: es uno de los primeros que debió caer.

NO SON TODOS LOS QUE ESTÁN

En el selfie de Gabriela Rivadeneir­a faltan algunos personajes notables del correísmo que también cayeron en desgracia. Entre los principale­s: el inefable Carlos Pólit, el contralor calificado con 100 puntos sobre 100; Galo Chiriboga, el fiscal amistoso; Virgilio Hernández, el dirigente del partido que arengaba a las masas a tumbar el Gobierno.

9 DESTINOS

Dos están presos, cuatro son prófugos, uno lleva grillete electrónic­o, uno cayó en desgracia y la última puso pies en polvorosa antes de que las aguas se enturbien.

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TWITTER Sonrisas. Desde la izquierda, de pie: Patiño, Correa, Pabón, Serrano, Mera, Mangas, Vinicio y Fernando Alvarado. Sentados: Rivadeneir­a, Moreno, Glas.

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