Despedir los subsidios
De acuerdo en que había que frenar la ola de violencia y protestas que asoló Quito y la rutina productiva nacional. De acuerdo en que la forma más elegante y fructífera fue ofrecer el diálogo. Pero en lo que no hay consenso ni apoyo es en mantener la incógnita sobre el futuro económico del país.
La retirada de los subsidios -focalizados o no- a los combustibles fue una propuesta aceptada por algunos con gusto y asumida por otros con comprensión de lo que significan el porvenir y el bien común. Si las voces disonantes fueron escuchadas y, en consecuencia, se modificó la estrategia de política económica inmediata, es hora de que se retomen las decisiones. “Sobra valentía”, decía el presidente antes de anunciar el paquete de ajustes que contemplaba compensaciones. Es hora de recobrar el valor. Esperar y patear el problema -manifestado en una desesperante y cíclica propuesta de recurrir a la deuda para cubrir la falta de ingresos ante el nivel de gastos- no va a funcionar. Lo sabe el primer mandatario, lo sabe la cúpula gubernamental y lo sabe hasta el último ciudadano. No funciona. Desde que se disparó el endeudamiento en 2013, el país necesita una solución real. No mañas, como en la época anterior. Y no indecisión, como en la actual.
Esperar y patear el problema del déficit fiscal no va a funcionar. Lo sabe el presidente, su cúpula gubernamental y los ciudadanos. No funciona. Desde que se disparó el endeudamiento en 2013, el país necesita una solución real’.