El comercio prohibido afecta a los cebolleros
Los productores de la hortaliza están seriamente afectados por los productos de contrabando que ingresan desde Perú.
Solicitamos al prefecto Rafael Dávila acomodar las vías; no podremos sacar la cebolla.
EDGAR CORDERO Agricultor
La provincia de Loja está ubicada al sur del Ecuador -frontera con Perú- y la mayor parte de su población se dedica a la agricultura.
Pero hoy, como consecuencia de un contrabando que ha herido de muerte también a la industria tabacalera ecuatoriana, uno de sus principales rubros, la cebolla, atraviesa por momentos críticos. Ya los agricultores no saben qué hacer y tampoco encuentran respuestas en las autoridades locales y peor nacionales.
El bajo precio que pagan a los cebolleros los intermediarios, que bordean los dos dólares cada quintal (100 libras), los tiene con pérdidas que superan el millón de dólares semanales, solo en una de las comunidades donde la cebolla roja tiene un mayor arraigo.
La última Encuesta de Superficie y Rendimiento del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC) no arroja resultado alguno de este rubro.
El contrabando de cigarrillo desde China, Colombia y otros países ha dejado al Estado sin recaudar impuestos, y más cuando fue el mismo Estado el que le puso al tabaco local enormes impuestos. Las quejas no han tenido eco en el régimen.
Los campesinos de Guayas ya no lo siembran y se han visto obligados a cultivar maíz amarillo o maíz dulce, sin el financiamiento que antes les daba la principal empresa productora de cigarrillos: Tanasa.
¿Por el mismo camino va la cebolla? El mismo quintal por el que los comerciantes pagan 2 dólares en zonas de Loja, sale al público a $ 30 en los mercados y tiendas de Guayaquil, cuando se lo vende al consumidor final.
La parroquia Sumaypamba (Saraguro) tiene dos mil habitantes, la mayor parte de ellos son cebolleros. Existe 400 hectáreas en producción y cada una de ellas produce cerca de mil quintales. Sus habitantes, antes que ingrese el producto desde Perú, vendían a veinte dólares cada saco.
Esta comunidad ha sido olvidada por las autoridades, dicen los mismos campesinos.
Es que no solo reciben precios de miseria, tampoco cuentan con vías asfaltadas para sacar sus productos o trasladarse. Llegar a este sector es una odisea: en invierno se vuelven lodazales y en el verano un mar de polvo que no se aguanta y enferma a la gente.
Jacinto Romero, presidente de la Junta Parroquial, recalca que el problema del precio se da por el contrabando y por los intermediarios “que mezclan su producto con el que llega de contrabando desde Perú”.
La semana pasada mantuvieron una reunión con la gobernadora lojana, Lorena Costa, a quien le pidieron mayor control en los puntos fronterizos más endebles. Pero la situación, hasta el momento, no cambia. Ya exigen la intervención del presidente de la República, Lenín Moreno.
Edgar Cordero, agricultor, enfatizó en que otros de los problemas que los aqueja es la vialidad. Sus productos llegan dañados al centro de acopio que tienen en Sumaypamba.
En Mostazapamba, Álex Jaiguar también se da tiempo para quejarse. “Estamos preocupados por el bajo costo del precio”. Él gasta aproximadamente 1.500 dólares para mantener una hectárea y cerca de una semana le lleva sembrar.