Una oportunidad perdida
La denominada ley para el crecimiento económico pudo haber sido diseñada para mejorar la estructura de manejo económico del país. No lo es, y ello representa una oportunidad perdida en la que el Ejecutivo demostró nuevamente no tener visión clara del manejo económico y la Legislatura reveló una incapacidad manifiesta para cumplir sus funciones. Es, en primer lugar, una propuesta inconstitucional, por tratar innúmeras e inconexas materias. Hay incongruencias groseras como la de introducir un capítulo de prebendas para operadores turísticos en Galápagos, o cambiar el modelo de gestión de las universidades. Se constituye un banco central de emisión y reserva que no existe en dolarización y se lo hace parte de un tríptico de regulación y de ejecución de una política monetaria inexistente. Se afectan las funciones de la Superintendencia de Bancos y de la Contraloría General del Estado. Las reformas tributarias son perniciosas e introducen discriminaciones odiosas y opacidad en un régimen impositivo que demanda una revisión completa. No se favorece la creación del empleo. En conclusión, es un proyecto que debió ser concebido cuidadosamente, pero no lo fue, y el país ha perdido por ello.
Es un proyecto que debió ser concebido cuidadosamente, pero no lo fue, y el país ha perdido por ello’.