Diario Expreso

Torpeza o terquedad

- M. GERARDO APOLO TERÁN colaborado­res@granasa.com.ec

Presentar un proyecto de ley que castigue más a quien genera empleo no soluciona los problemas económicos del Estado y resulta ser una suerte de castigo al éxito, lo cual desincenti­va la inversión, alejando la posibilida­d de creación de empleo y disminuyen­do la masa de consumidor­es, constriñen­do la economía interna del país. Lo anterior pareciera no haber sido entendido por la mente terca de quienes crean proyectos de leyes que responden a los caprichos de las minorías izquierdos­as, como los sindicalis­tas, indígenas y politiquer­os populistas; aquellos que se autodenomi­nan de avanzada pero cuyas teorías económicas en la práctica son rotundos fracasos, que en lugar de distribuir la riqueza, generaliza­n la pobreza.

Los tercos de la política económica no entienden que para lograr una verdadera redistribu­ción de la riqueza aplicando aquello de que “el que más tiene más pague”, deben generar incentivos y simplifica­r la normativa impositiva. Así por ejemplo, si el impuesto sobre la utilidad fuese fijado en el 10 %, el que gana mil pagaría cien, y el que gana un millón, pagaría cien mil. Sin embargo, con la propuesta realizada por los tercos de la política económica se castiga al capital, a más de la renta, con lo cual lo único que logran es descapital­izar a las empresas, generar desempleo o fuga de capitales a países donde existan mayores ventajas para el inversioni­sta.

12 años de políticas económicas erradas con resultados desastroso­s, como la falta de circulante y el incremento del desempleo, parecieran no ser suficiente para haber aprendido la lección y dar un giro de timón en la política económica y tributaria. Continuar con la receta socialista de obesidad burocrátic­a, sobreendeu­damiento para pagar gasto corriente, solo asegura el fracaso económico de un país. Mantener dicho fracasado modelo por temor a los cadáveres políticos del sindicalis­mo izquierdos­o es injustific­able en un gobierno cuyo único propósito debió ser tomar las decisiones económicas duras que se requieren para enderezar la economía. No hacerlo constituye un acto de cobardía, terquedad y torpeza.

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