El asesino que se disfrazaba de Napoleón
Un reputado historiador ruso mató a su pareja, exalumna de 24 años
La policía de San Petersburgo localizó a Oleg Sokolov borracho y a punto de ahogarse en el gélido río Moika hace una semana. El reputado historiador, de 63 años, experto en Napoleón Bonaparte, se había caído al agua cuando trataba de deshacerse de una mochila.
Dentro, ocultaba un paquete con las manos cortadas de una mujer. La policía halló más tarde, en casa de Sokolov, el cuerpo sin vida de su pareja, Anastasia Yéshenko, una joven de 24 años de ojos enormes y apariencia delicada, que había sido estudiante en sus clases y con la que mantenía una relación desde hacía un lustro. El historiador la había asesinado a tiros y trataba de deshacerse del cuerpo por partes.
El caso de Sokolov, reputado profesor en la Universidad Estatal de San Petersburgo y muy conocido internacionalmente por sus recreaciones históricas de Napoleón Bonaparte, ha sacudido Rusia, un país donde la violencia de género es una pandemia y las leyes contra los agresores en el ámbito del hogar se han suavizado.
El historiador, condecorado con la orden de la Legión de Honor de Francia y con estrechos vínculos con la élite cultural rusa, ya tenía oscuros antecedentes violentos, pero las autoridades no solo no emprendieron medidas contra él, sino que además lo protegieron, dice Aliona Popova, activista de los derechos de las mujeres.
Sokolov, un hombre con fama de arrogante a quien le gustaba que se dirigieran a él como “Sire” (antiguo tratamiento de respeto), admitió el crimen.
También confesó que planeaba quitarse la vida arrojándose, vestido con un traje de época, desde la Fortaleza de Pedro y Pablo, según narra la prensa local, citando informes de la investigación. Primero dijo a los investigadores que había disparado a Yéshenko, en un ataque de ira.
Después, quiso culpar a la joven de agredirlo primero. Y trató de convencer a los investigadores de que había actuado en defensa propia. “Si ocurrió un crimen tan atroz se cometió bajo la influencia de factores fuertes, posiblemente intoxicación etílica o locura temporal”, insistió Alexander Pochuev, uno de sus tres abogados, financiados gracias a aportaciones de “benefactores, amigos y familiares” de Sokolov, como han explicado los juristas.
El jueves, la universidad lo despidió y muchos miembros de la élite cultural local, con quien Sokolov se codeaba, tratan de borrar todo rastro del historiador en sus publicaciones en línea. También eliminan sus fotografías junto al experto, que enseñó en la Sorbona en París y participó como consultor en varias películas.
La Sociedad Histórica Militar rusa, encabezada por el ministro de Cultura, Vladímir Medinski, lo sacó de su consejo científico. El jueves, el ministro acusó a los medios rusos de hacer propaganda impía de una tragedia humana. “Antes todos me preguntaban por Joker”, dijo en alusión a las críticas de sectores más conservadores hacia la película de Hollywood. Y añade: “Ahora la pregunta es por Oleg Sokolov. Si tanto gusta Joker, ¿por qué no gusta Oleg Sokolov?”.
EL DETALLE
La Universidad Estatal de San Petersburgo niega haber recibido quejas de abusos por parte de Sokolov. Que siempre obtuvo de sus clases notas positivas.