El Rodrigo Paz, de la euforia al silencio
QUITO ■ Con la mirada al vacío, cobijados por la bandera del equipo albo o simplemente caminando hacia las puertas de salida, los hinchas de Liga Deportiva Universitaria de Quito abandonaron lentamente la tribuna occidental del estadio Rodrigo Paz.
Algunos prefirieron quedarse sentados en las gradas, tapándose el rostro con las manos y llorando, mientras otros miraban la alegría del rival en la pantalla gigante que se montó en el centro de la cancha.
Allí, donde vivieron momentos tan felices como las finales de Copa Libertadores y Sudamericana o las vueltas olímpicas nacionales, esta vez les tocó vivir un trago amargo. Y lo peor, a la distancia.
La directiva alba invitó a los aficionados para que miren el partido en esa pantalla gigante. La idea era convertir el Rodrigo
Paz en un pedacito del Jocay. Y así resultó. Los cerca de dos mil hinchas presentes lo vivieron como si estuvieran en Manta. Gritaron, cantaron, reclamaron al árbitro central y hasta insultaron a los rivales.
Lo vivieron con tanta intensidad, que cada ataque albo provocaba muchos saltos y gestos de incredulidad, ya que la pelota no quería entrar al arco de Pedro Ortiz.
Unos, con apuro, escuchaban en la radio el partido y anticipaban lo que iban a ver, ya que la imagen llegaba con un par de segundos de retraso.
Cuando empezaron los penales, decidieron apagar todo y enfocarse solo en la pantalla. Pero, para su tristeza, la copa se quedó en Manta, por lo que no tuvieron más remedio que retirarse a sus casas, en lugar de ir a la pileta, donde querían festejar la estrella doce.