Informalidad ‘organizada’ EN LAS PLAYAS
Cuatro investigadores de la Espol analizan la diversa actividad comercial en la costa. Plantean repensar el término usado para designar a comerciantes no legalizados
Existe una desvalorización de lo nuestro como turístico. En la costa nos definimos por el territorio. VANESSA LEÓN, subdecana de la FCSH
La formalidad no existe. Encontramos una realidad más compleja que nos lleva a pensar en la informalidad.
MATHÍAS PÉCOT, coordinador
“¿Por qué a la persona que hace y vende artesanías en la playa se lo llama ‘vendedor informal’ y quien hace y vende bisutería a través de Instagram se lo llama ‘emprendedor’?”. La pregunta de Carla Ricaurte, decana de Postgrado de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), generó un largo murmullo en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas (FCSH).
Eran las 11:00 del jueves 16 de enero. Ella y otros tres docentes miembros del grupo de investigación en Turismo Marinocostero de esa facultad habían terminado de exponer cuatro investigaciones científicas sobre la realidad turística de la Costa.
Quizá el dato que más impresionó a los asistentes, en su mayoría estudiantes de la Espol, fue que solo 12 de 106 establecimientos turísticos de las playas de Puerto Engabao (rural), Chipipe (urbana), Ayangue (desarrollo comunitario fuerte), Olón (familia y destino de segunda casa) cumplieron con los tres tipos de requisitos que les permiten trabajar legalmente.
Es decir, solo el 11,3 % de los establecimientos son legales. Estos datos están descritos en la investigación de Mathias Pécot, coordinador del grupo y máster en Derecho Ambiental de la Universidad de Sídney, Australia. Además, reveló que el 94 % corresponde a personas naturales y el resto, a empresas comerciales legalmente constituidas. El 66 % de los encuestados se identificaron como nativos del área de estudio, y el 70 % son mujeres.
Por eso, tanto Ricaurte como Pécot abrieron el debate sobre el uso de la palabra ‘informalidad’ en las playas ecuatorianas. “¿Si eres de una clase social eres ‘informal’ y si eres de otra eres ‘emprendedor’?”, volvería a cuestionarse Ricaurte sobre quienes ofertan productos y servicios sin el aval del Ministerio de Turismo (Mintur), Servicio de Rentas Internas (SRI) o la afiliación a la Seguridad Social.
“La formalidad no existe. Encontramos una realidad mucho más compleja que nos lleva a pensar en el concepto de informalidad. Hay una economía turística diversa, no hay una sola forma de emprender en turismo”, analizó el docente.
Define a la economía turística diversa como el trabajo autónomo y microemprendimiento, emprendimientos familiares, turismo comunitario, asociaciones de mujeres emprendedoras, economía turística colaborativa, entre otros.
Esto se enlaza con el estudio de Ricaurte ‘Asociación, autoorganización y agencia en el ambulantaje’, que aborda las realidades del comercio ambulante.
“La forma en que los vendedores ambulantes luchan contra la incertidumbre y de alguna manera reducen su condición de vulnerabilidad es asociándose en cooperativas en el caso de las playas urbanas, o afiliándose a comités de turisesto
mo en el caso de las playas en áreas comunales o rurales”, concluye el análisis.
De acuerdo con Vanessa León, subdecana de la FCSH de la Espol y quien también expuso su investigación sobre turismo comunitario en Santa Elena,
este tipo de información, revisada y aceptada, revela las realidades de la informalidad en las playas y hace repensar la aplicación de estos conceptos.
“Es momento de que se gestione la playa bajo estas realidades existentes, no tratando de
adaptarlas a modelos internacionales. Nos preocupa que se continúe pensando que lo que está afuera es lo mejor”, comentó, refiriéndose a la desvalorización del territorio y la cultura como turístico.
Sin embargo, hay demanda. lo reflejó la tesis de Wilmer Carvache, otro investigador que analizó las motivaciones y segmentación de la demanda, aspectos que están relacionados con la playa, la naturaleza y la cultura.
Su trabajo sugiere que es necesario crear productos que se adapten a esta, así como también motivar a la población a realizar actividades de turismo marino y costero que aporten con el cuidado ambiental
“Muchas veces son los propios trabajadores ‘informales’ quienes se organizan y tratan ellos de mantener limpios los espacios que ocupan. Muchos han revelado que entre ellos contratan a salvavidas para las temporadas altas. Entonces, hay un cierto tipo de organización alejada de la legalidad”, concluyó Ricaurte.
PROPUESTA
Diseñar políticas turísticas y regímenes de transición orientados hacia los sectores y problemáticas actualmente ocultados atrás de “cuentos de informalidad”.