Cien años sin EL GALLO
El 16 de mayo se conmemora el deceso de José Gómez Ortega, quien murió embestido por Bailaor, un toro salvaje
En los Jardines del Prado de Talavera de la Reina, un busto en bronce de José Gómez Ortega, Joselito ‘el Gallo’, recuerda al diestro gitano, niño prodigio del toreo y uno de los matadores más completos de la historia, que murió en la plaza de toros de la Caprichosa, reseña el diario español ABC.
Un toro pequeño llamado Bailaor le quitó la vida solo a unos metros de la efigie, obra de Pedro Barral e inaugurada por el Club Taurino Talaverano, que desde el 19 de mayo de 1958 descansa sobre un pedestal de granito. El 16 de mayo se cumplirán cien años de la muerte del célebre torero.
La conmemoración será recordada en Talavera durante este año con un programa de actividades titulado ‘La muerte de un mito’, que cuenta también con un logotipo oficial que ensalza la simbiosis entre el toro y el torero.
El Ayuntamiento y el Club Taurino Talaverano, el mismo que promovió el busto del legendario torero hace 62 años, ensalzarán su figura, su maestría en la vieja lidia y también aquella triste tarde, narrada por el cronista local Gregorio Corrochano, en la que el destino le deparó la peor de las suertes.
“Un hecho luctuoso que conmovió a la sociedad española de 1920 y tuvo una gran repercusión social y cultural en todo el país”, rememoraba esta semana el concejal de Promoción Cultural del Consistorio talabricense, Carlos Gil.
La figura de Joselito, una de las personalidades más atrayentes del primer cuarto del siglo XX en España, ha experimentado una extraordinaria revalorización en los últimos tiempos, especialmente a raíz de la publicación de su biografía definitiva a cargo de Fran
cisco Aguado, reconoce el diario español El Correo.
Desde entonces la reivindicación del verdadero papel vanguardista del diestro de Gelves en el hilo del toreo no ha cesado. Gallito lo fue todo en el toro. Además de alumbrar el camino por el que acabaría transitando
el arte de torear hasta nuestros días, sentó las bases de la crianza y la selección ganadera; marcó las pautas organizativas del negocio taurino y hasta alentó la construcción de plazas monumentales para, de alguna manera, ‘democratizar’ el toreo. Muchas de sus aportaciones ni siquiera pudo verlas.
Su trágico deceso, a los 25 años, cuando aceptó torear en Talavera, frustró algunos de esos planes que le convertían, a pesar de su juventud, en la piedra angular del mundo taurino de su época.
Junto a Juan Belmonte formó aquella breve Edad de Oro que acabó sentenciada el 16 de mayo de 1920 en las astas de Bailaor, el toro burriciego de la Viuda de Ortega que inmortalizó a Joselito.
Belmonte, en cualquier caso, contó con Chaves Nogales para alumbrar esa magistral biografía novelada que apuntaló al mito. José ha necesitado casi un siglo para recuperar el cetro que empuñó en vida.
Para este centenario, no habrá actividades conmemorativas a diario, sino que el 16 de cada mes marcará la programación, que comenzará con una conferencia.