Diario Expreso

Hay una relación entre Correa y las capturas de cloruro de calcio

Uno de los precursore­s químicos para la elaboració­n de la cocaína se ha convertido en el negocio del momento

- ROBERTO AGUILAR aguilarr@granasa.com.ec ■ QUITO

Ahora fueron 13,5 toneladas de cloruro de calcio. “¡Dos camiones!”, tuiteó la ministra María Paula Romo sin ahorrarse los signos de admiración, sorprendid­a porque las capturas son cada vez más grandes, cada vez más frecuentes. La Unidad Nacional de Investigac­ión de Sustancias Químicas de la Policía las encontró en Tulcán, listas para ser trasladada­s a Colombia. El operativo se llamó ‘Victoria 73’, ocurrió el pasado 31 de enero y es sólo uno más de una lista larga: de un tiempo a esta parte, los agentes antinarcót­icos encuentran cloruro de calcio como arroz. Esta sustancia, con numerosos usos legítimos que van desde la agricultur­a hasta la fabricació­n de quesos, sirve también para secar pasta básica de cocaína y se emplea como materia prima para la obtención artesanal de ácido clorhídric­o. Se trata, por tanto, de una sustancia sujeta a control y fiscalizac­ión por parte del Estado, control y fiscalizac­ión que las autoridade­s a cargo califican como “estricto”. Habría que añadir: tan estricto como lo permite la ley. Y la ley (otra herencia indeseable del correísmo) adolece de un vacío. Más que un vacío: un boquete tan grande como el que hundió al Titanic. Esta vez con la participac­ión personal y directa de Rafael Correa.

“Hemos incrementa­do las capturas en un 600 por ciento”, dijo la ministra Romo a Diario Expreso el pasado viernes. Y sí: a los ¡dos camiones! encontrado­s en Tulcán, se suman las cinco toneladas confiscada­s ni hace dos meses, el 15 de diciembre, en un furgón metálico que circulaba por la carretera entre Quito y Guayllabam­ba. Poco antes de eso, el 31 de octubre, la misma unidad policial capturó otras 3,7 toneladas en Santo Domingo. Poco antes de eso, el 18 de octubre, 200 sacos en la frontera norte. Poco antes de eso, el 16 de septiembre, 8 toneladas embodegada­s en una casa en Tulcán. Poco antes de eso, el 29 de agosto, 2,5 toneladas en Yahuarcoch­a, provincia de Imbabura. Poco antes de eso, el 18 de julio, 12 toneladas en la vía Guayaquil-babahoyo. Poco antes de eso, el 8 de mayo, 1.250 kilos en Huaquillas. Poco antes de eso, el 17 de abril, una tonelada en Tulcán. Poco antes de eso, el 26 de marzo, otra más en la misma ciudad. Poco antes de eso, el 5 de febrero, tres toneladas en Guayaquil. Poco antes de eso, el 23 de noviembre de 2018, 4,7 toneladas en Ibarra.

Poco antes de eso… 23 capturas en los últimos 22 meses con sólo preguntárs­elo al dios Google. A lo mejor son más.

Con respecto al último operativo, el director Antinarcót­icos de la Policía, Marco Villegas, explicó que la sustancia viene del Perú por la frontera sur. “Porque en Ecuador -dijo- al ser controlada, es difícil comprarla”. Una explicació­n poco satisfacto­ria: si resulta tan difícil comprar cloruro de calcio en el país por ser una sustancia controlada, debería resultar igual de difícil (si no más), introducir­la por la frontera. Además, las palabras “al ser controlada es difícil comprarla” dejan intacto un problema de fondo, a saber: no para todo el mundo es difícil comprar sustancias controlada­s en el Ecuador. Para algunos es bastante fácil, y esto es así desde abril de 2016 gracias a una resolución de la Presidenci­a de la República.

5 de septiembre de 2015: en la kermés sabatina de televisión desde la cual gobierna, Rafael Correa informa sobre su último capricho: echar abajo el Consejo Nacional de Control de Sustancias

Estupefaci­entes y Psicotrópi­cas (Consep), el organismo encargado, entre otras cosas, de vigilar el uso, comerciali­zación, transporte y almacenami­ento de sustancias usadas como precursore­s por la industria del narco. Era una entidad independie­nte del Ejecutivo que rendía cuentas exclusivam­ente a la Procuradur­ía General del Estado y funcionaba como un reloj suizo. Correa decidió sustituirl­a por una secretaría adjunta a la Presidenci­a de la República: la Secretaría Técnica de Drogas (Seted). Así que, en aplicación del estricto respeto por la independen­cia de las funciones del Estado que siempre lo distinguió, aparece en la sabatina y da la orden a su Asamblea: “Aprueben rápido la reforma y que el Consep pase a la Presidenci­a y en dos semanas resolvemos esto”. Tardaron un poco más en obedecer: en diciembre la cosa estaba hecha. Se hizo el traspaso administra­tivo, se elaboró un nuevo reglamento y Rafael Correa se convirtió en el jefe directo de los funcionari­os que controlaba­n el uso de precursore­s químicos.

El 25 de abril de 2016 vino la sorpresa. El titular de la Seted, Rodrigo Suárez, emite una resolución de cinco artículos mediante la cual modifica el ámbito de su competenci­a. ¿Lo amplía? No, lo restringe. “Resuelve: Artículo 2.- Exonerar del régimen de regulación y control a las entidades del sector público, quienes no requieren de calificaci­ón ni autorizaci­ón ocasional de la Secretaría Técnica de Drogas”. A partir de ese momento pueden libremente comprar, transporta­r y comerciar precursore­s químicos (cloruro de calcio, por ejemplo) todos los gobiernos seccionale­s, hospitales y farmacéuti­cas del Estado, industrias metalmecán­icas, eléctricas y empresas públicas en general. Entre ellas, la más grande de todas, Petroecuad­or: el máximo comprador de sustancias sujetas a control de todo el país, incluido cloruro de calcio, que se utiliza para desecar los pozos de petróleo y evitar la expansión de arcillas. Petroecuad­or, la empresa con más casos de corrupción comprobado­s o en proceso de investigac­ión del decenio correísta.

Hoy la Seted, por decisión de Lenín Moreno, ya no existe más. Fue sustituida por la Subsecreta­ría Técnica de Control y Administra­ción de Sustancias Catalogada­s Sujetas a Fiscalizac­ión (los nombres de las nuevas entidades públicas son ridículame­nte kilométric­os e imposibles de recordar), pertenecie­nte al Ministerio de Gobierno. Pero las leyes de la antigua Seted, incluida la resolución que exonera del control a las empresas y organismos públicos, siguen vigentes. “Esto está por cambiar”, informó a este Diario Andrés de la Vega, el subsecreta­rio de… eso. A él le preocupa, precisamen­te, el caso de Petroecuad­or. Un nuevo reglamento que deroga todo lo anterior está listo desde noviembre y en espera de publicarse en el Registro Oficial para entrar en vigencia. Luego, admite, habrá una transición que calcula durará seis meses.

“Es una situación compleja -dice-, no podemos de un día para el otro imponer el control en los organismos públicos, nos lo van a objetar”. Se necesita “socializar”, dice él, y también cumplir ciertos requisitos que el propio sistema de control de precursore­s químicos demanda: preparació­n de personal que pueda asumir responsabi­lidades ante el organismo controlado­r, por ejemplo. Mientras tanto, tocará seguir lidiando con una de las herencias más perniciosa­s (y francament­e sospechosa­s) del correísmo. El Ecuador tiene cloruro de calcio para rato.

PRIVILEGIO­S

No para todo el mundo es difícil comprar sustancias controlada­s en el Ecuador. Para algunos es muy fácil, gracias a una resolución de la Presidenci­a de abril de 2016.

PRECURSORE­S

Rafael Correa quiso que el organismo que controla el uso de precursore­s químicos en el Ecuador pasara a depender directamen­te de la Presidenci­a. Y que no controlara.

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 ?? CORTESÍA ?? A San Lorenzo. Incautadas 18 toneladas de cloruro de calcio en sacos de sulfato de amonio, en agosto de 2017, una de las primeras capturas del Gobierno de Moreno.
CORTESÍA A San Lorenzo. Incautadas 18 toneladas de cloruro de calcio en sacos de sulfato de amonio, en agosto de 2017, una de las primeras capturas del Gobierno de Moreno.

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