Diario Expreso

Reencuentr­o de graduadas

El fin de semana celebraron sus 45 años de ser secretaria­s bilingües ❚ Son 53 mujeres con el lema de que así como se baila, se da una mano al enfermo

- LINA ZAMBRANO zambranol@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Febrero es históricam­ente el mes de las graduacion­es de bachillere­s en Guayaquil y, por tanto, también el de los reencuentr­os de las antiguas promocione­s colegiales, como esta del Instituto Coello que celebró sus 45 años.

Dejar huellas positivas en la comunidad y ser 53 paraguas para cuando llueve en la vida es lo que mueve a un grupo de graduadas del Instituto Coello a mantenerse unidas.

Así llevan más de 50 años de amistad. Se conocieron en las aulas de clases, cuando sus voces y risas formaban una sola sinfonía con el sonido de las máquinas de escribir Remington, Brother u Olimpia. Días en que cada una cargaba con la suya.

El grupo celebró el fin de semana sus 45 años de graduadas del Instituto Coello, como secretaria­s bilingües.

Ellas son de la generación de los ‘baby boomers’ (los nacidos entre 1945 - 1965) y representa­n a la mujer jubilada moderna, que usa tecnología, es activa en todas las redes sociales y lleva una interesant­e agenda para celebrar la vida cada día.

Nada de la ‘abuelita’ encerrada en casa. Por eso dicen que son ‘Mujeres Divinas’ y como suelen ir de paseo a la playa a menudo, también se autodenomi­nan las ‘Reinas de Salinas’.

Los lazos de amistad que tienen los aprovechan para ayudar al prójimo, cuando se enteran de casos puntuales de enfermos organizan bingos, o dan cuotas para hacer llegar un dinero para que compren recetas. No dan nombres de a quiénes han ayudado, prefieren no presumir de ello.

Aunque eso es lo que hace especial a este grupo. Por su granito de ayuda hay personas con cáncer que han podido cubrir sus gastos de tratamient­o y han logrado ganar la batalla a la enfermedad. Aunque ellas dan el crédito a la misericord­ia de Dios. Es como el grupo de las graduadas en 1975 del Instituto Coello son parte de las heroínas anónimas que caminan por Guayaquil.

Hasta aquí la obertura de lo que será un concierto de recuerdos, el cual inicia con acordarse de los apodos que le ponían a los profesores. Por ejemplo, que a un profesor le decían ‘Sangre de Yuca’, por lo blanco; a otro ‘Pecho Amarillo’, cuenta Narcisa Mussó. Sueltan las carcajadas y destacan que le decían así de cariño, nunca de manera despectiva. “En esos días el maestro podía darles unas palmadas en las manos por no saber la lección y ello no traumó a nadie”, cuentan.

Hay una anécdota que es de las que más las hace sonreír: En una ocasión, la inspectora les anunció que en minutos llegaba el profesor nuevo, llamado John Smith. “Por el nombre y apellido nos imaginamos un hombre alto, con caracterís­ticas físicas de Estados Unidos o de Inglaterra, pero fue todo lo contrario”, relata Sonia de Martínez. Las risas esta vez duran más tiempo.

Traen también a las anécdotas de la noche la solidarida­d con una compañera que no podía entrar a clases porque estaba atrasada en el pago de la mensualida­d. “Entonces tampoco entrábamos las demás”, dice Ruth Bajaña.

Realizar eso se lo denominaba hacerse la ‘pava’. “Pero no hacíamos cosas malas. Era solo para que al día siguiente dejen entrar

a la compañera, hasta que el padre podía ponerse al día con los pagos del colegio”, indica Bajaña.

Mariana Robalino trae a su memoria cuando el profesor de Estadístic­a castigaba a una del grupo por escribirse en la pierna en taquigrafí­a las respuestas del examen. “La dejaba haciendo planas de bolitas hasta las 15:00”.

La coordinado­ra para celebrar

los años de graduadas es la empresaria Cecilia Arreaga. Ella prepara la fiesta cada cinco años. Aunque se ven cada Navidad y cuando es necesario para hacer los bingos de ayuda.

Para celebrar el fin de año cada mes depositan cinco dólares en una cuenta. Así, al llegar diciembre la fiesta está pagada.

Lo más destacado del aniversari­o de zafiro de graduadas es que contaron con la presencia de su profesora de Shorthand (Taquigrafí­a), Saida González, quien se les ganó la admiración desde el primer día, por tener 18 años y vestir a la moda de los 70 (minifalda) y usar largas uñas.

Hay una pausa. El ambiente es propicio para entrar a la pista y bailar por los 45 años de graduadas de secretaria­s bilingües. Felices como en la época del colegio.

EL DETALLE

Tendencia. Los reencuentr­os de graduados empiezan en febrero. Los grupos separan locales un año antes. Los salones de los hoteles con agenda llena.

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MIGUEL CANALES / EXPRESO

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