El discurso racista atenaza a los asiáticos en EE. UU.
Mientras Trump insiste en hablar del ‘virus chino’, denuncias por agresiones xenófobas suben ❚ En un mes hubo 292 incidentes
Colectivos migrantes se sienten amenazados por la insistencia de Donald Trump de hablar del “virus chino”.
Uno de febrero, sábado por la noche, Los Ángeles. Tanny Jiraprapasuke sale a cenar con una amiga por el downtown. La ciudad china de Wuhan, a 11.000 kilómetros de distancia, está ya en cuarentena. El coronavirus ha cruzado el Pacífico y hace 10 días que se ha confirmado, cerca de Seattle, el primer caso de COVID-19 en Estados Unidos. A las diez y media de la noche, las dos amigas toman el metro para regresar a casa.
“Entonces un tipo se subió en mi misma parada y empezó a decir cosas racistas”, recuerda Jiraprapasuke. “Insultaba a los chinos, decía que eran sucios. Como yo no soy china, no me di por aludida. Pero mi amiga me dijo que creía que me hablaba a mí. Miré a mi alrededor y vi que era la única oriental (...). Yo trataba de mantener la vista al frente, y a veces le miraba de reojo y veía que me señalaba con violencia. Temí que si me bajaba del metro me seguiría. Estuvo así más de diez minutos. Miré a mi alrededor, tratando de establecer contacto visual con otros hombres para ver si me defendían, pero miraban para otro lado. Entonces decidí sacar mi móvil y grabarlo”.
En el video, lleno de palabras malsonantes y agresividad, se escucha cómo el hombre dice que
“todas las enfermedades vienen de China” porque los chinos son “asquerosos”. Jiraprapasuke, profesora de mindfulness, de origen tailandés, se metió en Internet cuando llegó a casa. Se dio cuenta de que el suyo no era un caso aislado y decidió publicar su video. Personas de todo el mundo, con rasgos orientales como ella, describían las experiencias racistas similares que habían vivido a raíz de la explosión del coronavirus. Las compartían bajo el hashtag #Jenesuispasunvirus (‘yo no soy un virus’, en francés).
El coronavirus, que se detectó por primera vez en China en diciembre, se extiende hoy por todos los continentes. Y ha dado lugar a un repunte de ataques racistas a personas con rasgos orientales en EE. UU. provocado, según los expertos, por la ignorancia sobre la amenaza, combinada con un racismo latente y una campaña por parte de la Administración Trump que insiste en hablar del ‘virus chino’.
Un hombre golpea en la cabeza a una mujer, en las galerías del metro de Nueva York, tras llamarla “puta enferma”. Un joven escupe y derriba de una patada en la espalda a un viandante, en la misma ciudad, al grito de “puto coronavirus chino”. En un instituto de Los Ángeles, un joven de 16 años es agredido por sus compañeros que lo acusan de tener COVID19. Empleados de un hotel de Indiana impiden la entrada a una familia con rasgos orientales.
Decenas de historias circulan por las redes sociales y la prensa estas semanas. Un total de 260 colectivos firmaron una carta a los líderes del Congreso pidiendo acción contra la marea creciente de racismo dirigido a la comunidad asiático-estadounidense.
Algunos ciudadanos de rasgos orientales toman medidas para protegerse. En Nueva York, después de varios ataques en el metro, se han organizado en redes sociales grupos a los que se puede recurrir para no viajar a solas. Una coalición de grupos de derechos civiles puso en marcha el jueves pasado una página web para documentar denuncias de estos incidentes. En 24 horas, recogieron más de 40.
Es difícil llevar un recuento del número de ataques desde el brote del virus, pero algo así es lo que hace Russell Jeung, profesor de estudios asiático-estadounidense en la universidad de San Francisco. Lleva desde enero recogiendo informaciones en medios estadounidenses sobre los incidentes. Entre el 9 de febrero y el 7 de marzo, los medios recogieron 292 incidentes. El número aumentó un 50% de la primera semana a la cuarta.
EL DETALLE
La ley de Exclusión de Chinos en 1882 es la primera legislación migratoria que excluía a una etnia entera. La migración empezó a mediados del siglo XIX.