Con juegos, comida y chicha despiden a sus muertos
En pueblos de Chimborazo y Bolívar, los funerales duran entre 4 a 5 días ❚ Por el Coronavirus, todo ello no puede desarrollarse
En las comunidades indígenas, especialmente de Chimborazo, la muerte no es una tragedia. Bajo el principio de la sabiduría andina, por un lado experimentan tristeza por el deceso de su ser querido, pero por otro alegría porque su presencia fue un aporte para su ayllu (pueblo) y ahora avanza hacia otra dimensión para una mejor vida.
Para celebrar esta transición, las ceremonias fúnebres duran varios días e incluyen ritos que sufren variaciones de acuerdo con cada pueblo, donde mantienen una misma cosmovisión.
“El dolor existe en los funerales indígenas, porque se extraña a un ser amado, también es una celebración por su contribución, porque colaboró con su comunidad, con su familia; deja un legado y ahora se va a una mejor vida”, dijo José Parco, investigador cultural del Municipio de Riobamba.
La semana pasada, en la comunidad Guaslán Grande, perteneciente a la parroquia Punín, falleció Petrona Salau, de 80 años, y por la emergencia sanitaria que atraviesa el Ecuador no pudo recibir la despedida que manda su cultura.
Los funerales por lo general duran entre cuatro y cinco días. Desde el día del fallecimiento, los actos se extienden hasta días después del entierro. Con el sincretismo de la religión y las costumbres ancestrales, muchos simbolismos se han incorporado y otros han desaparecido, sin embargo algo constante son los juegos, abundante comida y chicha.
“Esto nos enseñaron nuestros abuelos. Ahora los jóvenes ya no quieren practicar, y ponen en duda ciertas creencias, yo seguiré mi cultura y lo que nos enseñaron nuestros antepasados”, indicó María Tránsito, de 78 años, oriunda de Anguiñay (Pungalá).
Según la creencia, una de las costumbres en los funerales es soplar con trago o un preparado con hierbas el féretro recién adquirido. Este rito, que todavía se observa en algunas comunidades, sirve para evitar cualquier contagio de mala energía e invoca la presencia y protección de
Dios y de los espíritus de los antepasados.
“Se baña al finadito. Si ha tenido ‘buena espalda’ se queda con la familia. Esta agua se desecha en un hueco en la casa y después lo visten con ropas nuevas y limpias”, añade María.
Durante las noches del velorio, se prepara el pukllana (juego); son momentos de descanso y alegría para los presentes. Existen varios, por ejemplo, en la comunidad de Flores, el del lobo y conejo es muy popular, y consiste en que los hombres forman un círculo y tapan sus piernas con los ponchos; se escoge un lobo y un conejo, el lobo debe cazar al conejo.
Otro juego se hace con una especie de dado hecho con huesos, y sirve para acumular puntos, quien pierde es el encargado de ayudar a los familiares con los ritos y la comida.
El dolor se expresa mediante un canto lastimero, con gemidos en kichwa, interpretado por las warmis (mujeres), quienes repiten insistentemente las cualidades del difunto y lo triste que será su ausencia. Todos los días se brinda a los asistentes abundante comida y chicha preparadas por las mujeres más jóvenes.
EL DETALLE
Purificación. El baño se realiza también en la provincia de Bolívar, toma el nombre de pichkica, del vocablo kichwa pichka (5), en el quinto día del entierro.