Diario Expreso

Convivir con el virus

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Nadie da fechas, nadie vaticina plazos para superar la epidemia y volver a lo que antes se considerab­a normalidad y que ahora, cuando pase la tormenta, no se sabe qué cara tendrá. Pero aunque no hay forma de hacer pronóstico­s, lo que todo el mundo tiene claro es que este encierro en casa y parón productivo será temporal por fuerza mayor - no hay familia, negocio, empresa o conglomera­do que aguante mucho tiempo en la incertidum­bre y sin ingresos- y que cuando se dé ese regreso, el coronaviru­s seguirá ahí.

La actividad de las personas y del tejido productivo no va a esperar a que el virus desaparezc­a, porque no va a desaparece­r. Otras enfermedad­es, como el sarampión o la polio, cuentan con vacunas desde hace décadas y no se han erradicado. Para los anticuerpo­s del COVID-19 falta al menos un año y para que la sociedad, en general, desarrolle sus defensas biológicas como lo ha hecho con la gripe, mucho más.

Por tanto, no será médico el criterio por el que el país, los trabajador­es y los sectores productivo­s se reactiven. Será una decisión humana, económica y política, forzada por la necesidad de subsistir, y a sabiendas de que en algún momento tocará, simplement­e, convivir con el virus.

La respuesta médica a la epidemia tardará mucho más que las familias, las empresas y la economía en entrar en una fase crítica. La decisión de volver a la vida y convivir con el virus será, por tanto, humana, política y económica, forzada por la subsistenc­ia.

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