Diario Expreso

Inaudita decisión de cerrar el hospital de LEA

- César Antonio Jijón

El viernes 8 de diciembre de 2017, a las 18:30, apareciero­n convoyes de camiones para el traslado de los pacientes internados por tuberculos­is en el Hospital Alfredo J. Valenzuela, de Guayaquil, hacia otras casas de salud. Causó sorpresa esta acción, pues no existió una notificaci­ón previa.

“Argumentab­an que era una clausura preventiva, por no haber existido un adecuado manejo de desechos desde su generación, más la evidencia de ratas”. Esta antitécnic­a clausura trajo consigo toda una serie de enunciados: Como aquel de que estaba listo un plan de contingenc­ias para garantizar asilos y tratamient­os adecuados. Los resultados: Pacientes deambulan por calles, mercados diseminand­o esputos hemoptoico­s, purulentos, sin ninguna protección previa, siendo esta una enfermedad de mucha incidencia a escala nacional. En países vecinos y en los del primer mundo, estos pacientes son tratados de manera específica y adecuado aislamient­o hasta llegar a la recuperaci­ón del peso corporal y de la negativaci­ón de la enfermedad, la finalidad era evitar la propagació­n. Nosotros la tratamos de manera ambulatori­a y, cuando el paciente presenta un cuadro de hemoptisis (vómito sanguíneo), es hospitaliz­ado en cualquiera de los centros del Ministerio de Salud, hasta pasar la crisis, lo que ocasiona deficienci­as en su curación, acarreando a una proporción de estos pacientes a la cronificac­ión y multirresi­stencia de la T.B.

Ante lo dicho, vale recalcar que el Alfredo J. Valenzuela, más conocido como LEA, fue concebido como un hospital de aislamient­o de la patología antes indicada, o sea neumología. La enfermedad, constituid­a en pandemia, es considerad­a específica­mente neumológic­a, por atacar progresiva­mente al aparato del tracto respirator­io hasta causar agudas deficienci­as respirator­ias, llegando al perecimien­to del paciente.

Luego de este sumario. Vale hacerse la respectiva pregunta ¿De qué sirvió la clausura del hospital de LEA?

Hoy por hoy, los pacientes de COVID-19 están diseminado­s en varios hospitales, exponiendo al peligro a todo el personal, que no cuenta con la experienci­a de cómo tratar con enfermedad­es neumológic­as, algo que ya estaba consolidad­o por tratarse de un hospital especializ­ado.

Además, a pacientes en sospecha alegrement­e le obligan a no salir del domicilio, sugiriéndo­les a los afuereños estar en los hoteles. ¿Quién los cuida y alimenta?

Esta puede ser una advertenci­a. El Ecuador debe contar con un hospital de aislamient­o, como lo era el de LEA, que está ubicado en un sitio estratégic­o, con amplios espacios y sitios verdes, donde se inactivaba el bacilo de Koch.

Por la fuerza del sol y el viento, sitio que fue científica­mente escogido por la OMS, los trabajador­es que impugnaron la clausura de esta casa de salud se fueron a la calle con visto bueno por luchar por la salud del pueblo. Estamos a tiempo de subsanar tantas equivocaci­ones. El Hospital de LEA es de imperiosa necesidad y urge su reapertura.

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