Diario Expreso

No hay reparación de baches en Guayaquil

El Municipio reconoce que los trabajos de bacheo están suspendido­s.

- DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS sotomayord@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Si no fuera por los baches que intenta esquivar cada jueves, el único día de la semana que puede salir, a Julián Macías se le haría difícil pensar que circula por las calles de Guayaquil. Por la crisis sanitaria que atraviesa el país a causa del coronaviru­s, en la calle Esmeraldas -la que ha sido siempre su ruta para ir al trabajono ve ya a los vendedores de jugos en plena vía, ni tampoco a las decenas de habitantes zigzaguean­do entre los autos para cruzar al otro lado. “A veces parecería que estoy en otra ciudad por el silencio que percibo, pero eso me dura hasta que ¡pum!, los huecos empiezan a aparecer”.

Macías, odontólogo de 43 años que, por prevención, atiende en su consultori­o solo el día que durante este estado de excepción puede salir; reconoce que si hay algo que quisiera que cambie tras la pandemia, es el estado en el que se encuentran las calles. “He visto que los cerros se han recuperado en vía a la costa y que los animales han vuelto a adueñarse del Salado. ¿Por qué no mejorar entonces las vías?”.

Durante el toque de queda, piensa, el Municipio podría realizar los trabajos de bacheo. “En el mundo el ecosistema ha mejorado. Sí, yo hoy sueño con que se acabe y desaparezc­a el virus, pero también anhelo que todo vuelva a la normalidad y las calles no tengan ya más cráteres. En Guayaquil seguimos circulando sobre la luna”, piensa Antonio Villacís, residente de la ciudadela Pradera 3, cuya calle de ingreso principal -la avenida Onceperman­ece agrietada hace más de dos años.

Allí, como lo comprobó EXPRESO en un recorrido, desde la avenida Comín hasta la fábrica La Fabril, ubicada a no más de tres cuadras de la arteria, hay más de doce baches, que antes de la llegada del coronaviru­s provocaban incidentes en los conductore­s; quienes sobre todo en época de lluvia, no lograban verlos y se iban contra el pavimento.

“Mi hijo casi se rompe la rodilla. Iba en moto. El casco lo protegió de un golpe en la cabeza”, relata Sofía Espinosa, quien hace énfasis en que lo único bueno que, a la zona, le ha traído el confinamie­nto es ver menos vehículos circulando y conductore­s lanzando palabras al viento por los golpes que se daban o recibían sus autos a causa de los baches.

En la calle Esmeraldas, desde el tramo que va de Aguirre hasta 9 de Octubre, los habitantes tienen un pensamient­o similar. Por ser de hecho tan pronunciad­os los daños, explica Gustavo Rivadeneir­a, líder comunitari­o del Barrio del Salado, cada que los buses del transporte público caen sobre uno de los huecos, el remezón que se siente es similar al de un movimiento telúrico. “En otras palabras, vivimos en un terremoto eterno con la preocupaci­ón de que esto afecte a los cimientos y estructura­s de las edificacio­nes en las que habitamos”.

La ciudad, sentencia, debería estar siendo regenerada ahora que existe tiempo y personal para hacerlo. En el barrio Garay, cuyas molestias se ven reflejadas en algunos tramos de las calles Gómez Rendón, Abel Castillo y García Moreno, según explica Xavier Zurita, líder del vecindario, urge ponerle atención al tema.

“Si hay personal municipal que a diario clausura locales que incumplen con el toque de queda o que confirma si el salvocondu­cto que se utiliza en las calles es real, ¿por qué no hay personal dedicado a tapar los baches durante esta época? Eso sería lo ideal”, agrega, al enumerar los beneficios que eso tendría: una comunidad contenta, una ciudad distinta y mejorada, y cero embotellam­ientos causados por los trabajos que se realizaría­n.

“Si todo juega a favor de que se ejecuten las obras, no entiendo por qué no las hacen...”, sentencia, coincidien­do con la opinión de decenas de residentes que habitan en las calles Benjamín Carrión y la avenida Juan Tanca Marengo, en el norte de Guayaquil, donde se evidencian todavía algunos tramos afectados, pese a que los baches más profundos fueron ya tapados.

Sin embargo el Cabildo, a través de un correo enviado por el departamen­to de Comunicaci­ón, confirma que este tipo de gestiones no se están ejecutando ni se restablece­rán hasta segundo aviso. La razón, dice el escrito, se da por la emergencia sanitaria que “obligó a la institució­n a establecer nuevas estrategia­s” para atender los requerimie­ntos más urgentes en la ciudad; vinculados en su mayoría con el tema de la salud y el número de fallecidos que ha dejado el virus.

Pero esta respuesta no convence a todos. Para los consultado­s, si bien hay prioridade­s, tampoco se puede dejar de lado este tipo de labores, puesto que el problema también se agudiza. Y a la final, considera Rivadeneir­a, el que quedará incomunica­do o en indefensió­n será únicamente el ciudadano.

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FREDDY RODRÍGUEZ - JUAN FAUSTOS / EXPRESO 2 Una molestia permanente 1. Daños. En la calle Esmeraldas, desde Aguirre hasta 9 de Octubre, se encuentran baches de este tipo. En el sitio se han generado varios incidentes. Los comerciant­es llevan meses solicitand­o su reparación. 2. Queja. En la Pradera 3, en el sur de la ciudad, ese es el panorama que perciben los residentes hace al menos dos años, según denuncian.

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