Diario Expreso

La hazaña que vistió de oro al país

Hoy se cumplen 24 años de la máxima gesta del deporte tricolor, la medalla de oro en Atlanta 1996

- MODESTO GARCÍA DÍAZ ■ REDACCIÓN GUAYAQUIL

Un año más y ya suman 24 de la primera vez que sonaron las notas del Himno Nacional ecuatorian­o en una cita de Juegos Olímpicos. Jefferson Pérez rememora el evento de Atlanta que cambió su vida.

“Quisiera que me recuerden como aquel niño vendedor de diarios, que limpiaba carros, cargaba bolsas en el mercado, que un día soñó con ser el mejor, y lo logró. Ese niño estudió y en el deporte tuvo la oportunida­d de crecer, ir a una universida­d del exterior, sacar postgrados y demostrar que sí es posible cumplir los sueños”. Con estas palabras Jefferson Pérez resume el legado que le gustaría dejar, luego de haber ganado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.

Poco después aquella hazaña sería reconocida, designando a esta fecha como el Día del Deporte Ecuatorian­o.

Hoy, ya con 46 años, el andarín cuencano le cuenta a Diario EXPRESO detalles de aquella memorable jornada, mientras atiende a su madre, María Lucrecia Quezada, una persona no vidente de 80 años, cuya vulnerabil­idad ante la pandemia de la Covid-19 exige cuidados especiales.

“¿Qué sentí cuando estuve cerca de la meta? Lo puedo resumir en una sola palabra... paz. Es como cuando uno ha estudiado tanto, debe dar el examen y entrega la hoja, sabiendo que dio lo mejor de sí mismo. Soy muy católico y hay una canción, Pescador de Hombres, que me sirvió como estímulo en los momentos más duros del entrenamie­nto. Cuando crucé la meta recordé aquella parte que dice ‘y mirándome a los ojos haz dicho mi nombre’. Soy una persona que sin tener grandes recursos le ofrezco este esfuerzo a un ser celestial y él me acepta, porque ese día no me lesioné, no tuve problemas emocionale­s y pude desarrolla­r mi talento al máximo nivel”, detalla Pérez.

Unos años más tarde, el mismo protagonis­ta pudo ampliar su leyenda. Fue en Beijing 2008, pero al ruso Valeriy Borchim se interpuso en su camino entre él y la presea dorada de los 20 kilómetros marcha. Para 2016 los reanálisis retroactiv­os sobre un lote de muestras de esa cita olímpica y la de Londres 2012 le permitió al COI confirmar 98 casos positivos de doping, uno de ellos, el del rival de nuestro compatriot­a.

Por justicia, el oro debía pasar a su poder, algo que nunca se dio. Jeff tiene una lectura muy especial del caso.

Se analiza una Ley del Deporte que planea quitar la pensión a las glorias del deporte, algunas de la tercera edad o con invalidez por haber defendido al país. Eso es criminal”.

JEFFERSON PÉREZ, medallista olímpico.

La empresa de Pérez también sufrió los embates de la crisis provocada por la pandemia, pero lucha por seguir adelante.

“Mi madre siempre me dice ‘lo que rápido sube, rápido baja’. Si bien es cierto en Beijing obtuvimos un segundo lugar físico, he sido miembro de la Federación Internacio­nal de Atletismo por cerca de diez años, a diferencia del deportista que fue sancionado de por vida. Él no pudo volver a competir nunca más, ni ser dirigente, ni ser entrenador, ni nada. Existe el oro a la transparen­cia, a la honestidad y esa medalla es eterna, porque las que dan por ubicación probableme­nte con el tiempo se pueden oxidar, pero una medalla a la dignidad es mejor que quedarse con la metálica y la condena de la sospecha eterna”.

Viendo la vida por el retrovisor, Pérez considera que en 1996 Ecuador no estaba preparado para entender la valía de un título olímpico. Siente que incluso a él -entonces con 22 años- le faltó madurez para multiplica­r el efecto de aquella hazaña. En muchas ocasiones dejó que su ira y frustració­n ante “una sociedad injusta se desborde”, realizando críticas que no fueron bien recibidas por algunas personas.

Su constante búsqueda de la excelencia lo llevó a transitar por un camino desconocid­o por el ciudadano promedio y es por eso que cuando inició una nueva etapa en su vida necesitó ayuda profesiona­l para adaptarse.

“Cuando el deportista de Alto Rendimient­o llega al final de su carrera se enfrenta a un mundo diferente. A mí me pasó, y gracias a un sicólogo pude tener la reinserció­n social. Cuando comencé a trabajar a tiempo completo en la oficina para mí eso significab­a siete días a la semana, de 12 a 16 horas al día, porque así era mi entrenamie­nto. Cuando quería tener reuniones de trabajo a las 21:00 o en feriado fue necesario que me digan, ‘oye, las personas tienen familia, vida social’. El deportista no vive así”.

24 años después de aquel momento histórico, Pérez considera que aquel día entendió que cada día representa un nuevo desafío.

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CORTESÍA
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Situación. La empresa de Pérez también ha sido afectada por la crisis generada por la pandemia, pero él confía en salir adelante.
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1. Inicios. El Mundial Juvenil de Seúl fue el preludio de lo que pasaría en Atlanta.
2. Reconocimi­ento.
La hazaña del andarín plasmada en esta obra.
3. Superación. Jefferson Pérez recibe el certificad­o de su Maestría en Ciencias Políticas, en Salamanca.
3 1. Inicios. El Mundial Juvenil de Seúl fue el preludio de lo que pasaría en Atlanta. 2. Reconocimi­ento. La hazaña del andarín plasmada en esta obra. 3. Superación. Jefferson Pérez recibe el certificad­o de su Maestría en Ciencias Políticas, en Salamanca.
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Recuerdo. La medalla olímpica está en su casa.

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