El verdadero espacio público
En la etapa 12 hay un área verde que es motivo de orgullo para los moradores. ❚ A través de los años, el comité barrial se ha encargado de cuidarlo y mejorarlo
Es un parque público. Público, entendido como un espacio que es de todos. Para disfrute de todos. Y también a cuidado de todos. Los vecinos de la Alborada aprovechan tanto como miman un área verde de la etapa 12.
Me gusta la naturaleza. Mis hijos crecieron, ya se fueron y me piden que me vaya con ellos. Pero muero aquí, porque aquí veo los árboles, oigo los pájaros y eso me da ánimo.
Aunque este es un sector céntrico de la Alborada, en medio de clínicas, sitios de comida y centros comerciales, aquí es precioso porque parece un área natural, con tantos árboles.
En todo este tiempo, los juegos infantiles los hemos renovado dos veces; la glorieta, remodelada una vez con ayuda del Municipio; la cancha de cemento es obra del Comité.
La persona que ha llamado al Diario por teléfono pregunta por el área de comunidad en la sección Guayaquil. Se identifica como un morador de la etapa 12 de la ciudadela Alborada y explica que llama para hablar del parque de su sector. Pero, contrariamente a lo usual, aclara que no es para denunciar el mal estado del lugar o la presencia de indigentes o consumidores de droga. No, es para consultar si el hecho de que allí los vecinos se organizan para mantenerlo siempre limpio y cuidado ameritaba una publicación.
En respuesta a esa pregunta, EXPRESO visita días después esta área verde en forma de herradura ubicada entre las manzanas 21 y 22 de la citada etapa, diagonal a la clínica Kennedy.
A primera vista confirma que el sitio luce limpio y con el debido mantenimiento. Luego, un recorrido por el parque permite hallar elementos adicionales y poco frecuentes en estos espacios de la emblemática ciudadela del norte de la ciudad.
Hay una pequeña gruta en el piso, de las que usualmente acogen los pesebres navideños. Servicios higiénicos, un área para asadero, una cancha deportiva de cemento para básquet e indor fútbol con un cerramiento de mallas metálicas; los juegos infantiles en buen estado y pintados. Y los árboles y plantas que reflejan el cuidado que les brinda un jardinero.
Los vecinos que han salido para dialogar con el equipo de este Diario hablan del parque con igual orgullo que unos padres lo harían de su hijo.
“Cada vez que vuelvo a la casa en taxi, los conductores se quedan impresionados de cómo luce”, dice Laura Sánchez.
Todo esto es resultado del trabajo realizado a lo largo de los años por el Comité Herradura 2000, que agrupa a las familias de la veintena de casas circundantes, explica el morador Antonio Sánchez, uno de los fundadores de este vecindario, hace más de 30 años.
En ese entonces, ese espacio era un terreno irregular utilizado por la constructora de la ciudadela como campamento.
De hecho, la glorieta central del parque, que sirve como sitio de reunión y escenario de actividades sociales de integración, se edificó donde antes había una loma, acota.
La fórmula es sencilla: una cuota de 30 dólares al mes que se destina a la seguridad del vecindario y cuidado del parque.
El ingreso al vecindario por una única calle les ha permitido colocar un portón de reja con un guardia permanente. Y aunque contratan a una persona para el área verde, también organizan mingas. En la fase crítica de la cuarentena les tocó a ellos barrer y lavar las piezas de los juegos infantiles.
Aunque la labor directiva la llevan los mayores, los jóvenes también participan en el cuidado, pues la mayoría creció jugando en esta área verde.
La clave es el aporte de casi todas las casas. Hay excepciones: una o dos que no participan. “Pero lo importante es que siempre ha habido la colaboración de la mayoría de vecinos”, resalta la actual presidenta del Comité, Blanca Acebo.
El grupo piensa en agregarle otras mejoras. Y, por supuesto, en el próximo 9 de Octubre, cuando -según planifican-, el parque lucirá otra vez recién pintado y embanderado.
EL DETALLE
Antigua amistad. Según el comité, la mayoría de los vecinos fundadores aún viven allí. En más de 30 años, solo uno se mudó. Aunque tres fallecieron.