¿Estos son los jóvenes que renovarán la política?
La obsesión por la juventud es el nuevo fetiche de la política. Supone que tener menos de 40 años es, en sí mismo, un mérito, como si Daniel Salcedo, Daniel Mendoza y los cachorros Bucaram no demostraran a gritos lo contrario. ¿Será mejor la nueva Asamblea, con el 25 por ciento de jóvenes?
Joven es Andrés Arauz, el juguete nuevo de Rafael Correa. Él piensa que “el dinero -y lo dice en serio- se crea de la nada”. Y como es joven, se juega por los de su generación aunque le parezcan un desastre. De Otto Sonnenholzner, por ejemplo, dice que es “corresponsable de la tragedia sanitaria y económica del país”. Y añade a renglón seguido: debería estar en la papeleta. Por joven. Quizás es una manera de autojustificarse, como miembro del equipo responsable de la tragedia del país.
También Fernando Balda, tipo oscuro donde los hay, amigo de la gente más tenebrosa del uribismo en Colombia, es joven. Político profesional financiado por anónimas chequeras: “Yo tengo mis amigos -explicó como si fuera lo normal-: al uno le digo ‘necesito dos carros’; al otro, ‘tantos pasajes de avión’; al otro, que mis abogados se muevan…”. ¿Quiénes son esos amigos? ¿Qué compromiso tiene con ellos? Misterio. Ahora aspira a un escaño en la Asamblea y Carlos Vera cree que será “un gran fiscalizador”. ¿Por qué? Adivinen. Exacto, porque es joven.
Otro sub 40 dio de qué hablar en estos días: Inty Grønneberg. Él no es un corrupto. No es un político oscuro. Todo lo contrario: es un científico destacado y honesto con una visión nueva del mundo y de la vida. La Izquierda Democrática quiso lanzarlo a la Presidencia, pero él desistió. El sábado lo explicó en el Twitter: “Durante casi un año -escribió- he estado caminando junto a mi equipo, buscando iniciar un proyecto de renovación REAL de la política. Sin embargo, creo que la renovación se la debe hacer con transparencia. Esto se dará cuando las intenciones sean fidedignas”. ¿Qué ocurrió? Quién sabe. Grønneberg no parece consciente de la radical falta de transparencia de su tuit. Como él, muchos jóvenes inquietos lamentan que las viejas prácticas les impidan entrar en la política para transformarla. En otras palabras: para que los jóvenes emprendan la “renovación REAL de la política”, la política debe renovarse primero. ¿No es decepcionante?