La seguridad no entra en el precio
Los últimos robos registrados en los espacios públicos y exteriores de las ciudadelas agobian a los residentes ❚ Piden iluminar la arteria y más control
Residentes de La Puntilla claman por los problemas de inseguridad que aquejan al sector, pese a que es uno de los de mayor plusvalía del Gran Guayaquil. La insuficiente vigilancia y la escasa iluminación, según reprochan los moradores, atenaza la tranquilidad y facilita los robos a personas, vehículos e incluso a las casas dentro de las ciudadelas.
Que ya no se siente segura ni siquiera de caminar en los alrededores de su vecindario. Que imagina que hay ojos que la miran por todos lados o están pendientes de sus movimientos; que se siente desprotegida y agobiada de invertir tanto en seguridad y que ni siquiera los espacios públicos con guardias privados e informales pueden evitar que La Puntilla sea cada vez más insegura. Es lo que piensa María José Rivera, habitante de la ciudadela Entre Ríos y víctima de la delincuencia.
Rivera, a quien solo este año le han robado tres veces, asegura que el hecho de vivir en una zona cuya plusvalía es alta, no le asegura que estará más protegida que el resto. “En enero se metieron dos hombres a robar en mi casa; en febrero me robaron la memoria del auto; y hace apenas 10 días, en un parqueadero público a mi carro le sacaron los espejos, le rompieron uno de los vidrios y se me llevaron la laptop”. La Puntilla está invivible, no es el paraíso que muchos creen, se queja.
Omar Flores piensa de igual forma, al relatar que ya no se siente tranquilo ni de salir a las plazas comerciales, farmacias o minimarkets que son parte del entorno. Él vive en Ciudad Celeste, una de las zonas donde la falta de iluminación ha jugado en contra de los residentes y en la que le han robado en dos ocasiones, siempre cerca de las 20:00, un tipo (no el mismo) armado.
“Dicen que aquí se va a construir el proyecto Nuevo Samborondón (del que el alcalde Juan José Yúnez aún no precisa cuándo iniciará) y espero que sea pronto. Quiero sentirme tranquilo ahora y no verme obligado a encerrarme más y por más tiempo. Eso es frustrante. Vivir aquí ya se está volviendo frustrante...”, sentencia.
Según datos de la Policía, en lo que va del año en el distrito Samborondón, que abarca todo el cantón, se han robado 10 carros, 6 motos; se han reportado 10 robos en las viviendas (incluso en ciudadelas cerradas) y asimismo se han cometido 5 asesinatos, uno de ellos en La Puntilla, que corresponde al de julio pasado, registrado en una plaza comercial del sector. El resto, explica el coronel Ricardo Manitio, jefe del Distrito, se han ejecutado en la cabecera y los límites del Samborondón y las causan son diversas. “No se han dado solo por robos”, sentencia.
Para Manitio, quien precisa que son más de 114 agentes los que resguardan el cantón, 40 de ellos solo en La Puntilla, pese a que las cifras, para la población son preocupantes, “son inferiores a las reportadas en el 2019”. Y eso, defiende, evidencia que se está haciendo un buen trabajo, aunque la comunidad difiere.
Y es que tal como lo han asegurado a este Diario los habitantes de decenas de barrios guayaquileños, en La Puntilla existe un subregistro de delitos que no son denunciados porque el proceso es engorroso.
Christian Orellana, también residente de Ciudad Celeste, lo tiene claro. En marzo pasado, a su esposa le robaron el vehículo en el estacionamiento de una clínica del sector y no ha logrado recuperarlo. Esto, pese a que consiguió los videos donde se observa a los delincuentes llevarse su auto en no más de siete minutos y al vehículo en el que operan.
“Han pasado cinco meses y no se ha logrado nada. Y el proceso es tan cansado, empezando porque la denuncia hay que ponerla en la Fiscalía, pero en la cabecera cantonal. Hay trabas permanentes, oficios por llenar en todos lados. Te cansas, simplemente te cansas”, argumenta al criticar que las autoridades del cantón no tengan en cuenta estas malas experiencias.
“Tenemos un ECU 911 en La Puntilla, una enorme sede en la que podríamos hacer ese y otros procesos, pero que está de adorno. Acá seguimos tonteando. Y más aún, viviendo con temores .... ”, lamenta. Y es que para Orellana, desde julio que asesinaron a un extranjero en una plaza comercial del sector, en el entorno se vive con más zozobra que antes.
“Por más que se diga o haya confirmado que ese fue un caso aislado, producto del narcotráfico y economía ilícita (como aseguró la Policía en ese entonces), no podemos vivir así. Muerte es muerte. Últimamente la vía Samborondón guarda nada más que malas noticias”, coincide Samuel Calderón, habitante de Las Riveras que fue víctima, hace cinco meses, de un asalto en los exteriores de un establecimiento comercial.
“A veces quisiera mudarme, pero analizo las opciones y nada me convence. La inseguridad se ha propagado por todo el Gran Guayaquil y hasta más”, se queja.
Frente a esta realidad, los habitantes exigen que la seguridad sea el principal tema a tratar y a ser tomado en cuenta por la Alcaldía de Samborondón, y que en torno a ello se cree un plan cuyo eje apunte no solo a incrementar los operativos de control a través del río; sino a que se instalen las suficientes cámaras de seguridad en la arteria y los sitios de mayor afluencia, y se alumbren las zonas que permanecen en tinieblas.
“Cámaras, necesitamos cámaras. Y ya no solo para detectar a los delincuentes, sino para localizar e identificar, a tiempo, a quienes matan a los ciclistas”, argumenta la habitante Valentina Antón, al recordar el caso de Santiago Jaramillo, quien fue atropellado hace poco cerca de la isla Mocolí, donde precisamente -como lo publicó este Diario- no había suficientes cámaras de videovigilancia.