Diario Expreso

200 años después

- FERNANDO CAZÓN VERA colaborado­res@granasa.com.ec

El gobierno de facto de los años 60 del siglo pasado decidió que la fundación española del Puerto Principal era el hecho histórico más importante para los porteños, llevada a cabo por el también descubrido­r del caudaloso Amazonas, por lo que se decidió oficialmen­te denominar al séptimo mes del año como el del ‘guayaquile­ñismo’.

Sin embargo, ahora que está transcurri­endo octubre, con la solemne celebració­n del Bicentenar­io de Independen­cia de la ciudad, crece la opinión de que en realidad a este mes le correspond­ía con todo derecho darle el calificati­vo que le arrebató lo juliano.

Y es que el 9 de Octubre de 1820 significó, tras la victoria obtenida luego de la conjura ‘Fragua de Vulcano’, el comienzo de una gran gesta independen­tista que, al cabo de dos años, con tropas dirigidas y financiada­s desde el puerto, logró primero desencaden­ar del yugo español, mientras ascendían del trópico a Los Andes a varias ciudades hasta que en la Batalla del Pichincha, el 24 de mayo de 1822, bajo el comando de Sucre, se logró la independen­cia de todo el territorio que había sido parte en la Colonia de la Real Audiencia de Quito.

Es, pues, la fecha octubrina el punto de partida de la independen­cia del país que sería República desde 1830, una vez separado de la Gran Colombia.

Hay que recalcar, a propósito de tan digna recordació­n, que José Joaquín de Olmedo es, indudablem­ente, la figura más brillante y gloriosa de nuestra historia y el que merece, con la

Hay que recalcar, a propósito de tan digna recordació­n, que José Joaquín de Olmedo es, indudablem­ente, la figura más brillante y gloriosa de nuestra historia’.

mayor de las justicias, ser calificado como el “padre de la Patria” ya que encabezó el movimiento patriótico junto con Roca, Villamil, Antepara, Elizalde, Jimena, Febres-cordero y algunos más, que al libertar la Perla del Pacífico, repetimos, inició la liberación total del país.

Para concluir el artículo señalaremo­s dos paradojas y es que como poeta Olmedo dedicó sus dos principale­s obras épicas: El canto a Junín y La oda a Miñarica a dos personajes de quienes se había separado por justa razones: Simón Bolívar y Juan José Flores. Al primero por diferencia­s sobre autonomía de La Perla y al segundo a quien combatió encabezand­o la Revolución Marcista. Como para repetir la vieja frase de que “el odio nace el amor”. Y viceversa.

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