Sobornos y nepotismo sacuden al Vaticano
Los problemas de las finanzas de la Santa Sede salen a la luz pública ❚ La intriga y corrupción del cardenal Angelo Becciu
El Vaticano ha convertido sus últimos escándalos en un auténtico reality show protagonizado por cardenales, tiburones financieros y misteriosas damas que juegan a los espías y gastan miles de euros de la Santa Sede, destinados a ayudar a países en desarrollo, en artículos de lujo.
En el centro de la intriga se encuentra esta vez el cardenal Giovanni Angelo Becciu, quien fuera uno de los hombres más poderosos del Vaticano -estaba en todas las quinielas para el próximo cónclave- y custodio de gran parte de los secretos de la milenaria institución.
Son ahora sus miserias las que están saliendo a la luz en una cacería a tumba abierta: nepotismo, un presunto soborno a un grupo de víctimas para que acusasen a un cardenal rival de abusos a menores, malversación… Pero el ventilador se ha activado y Becciu no es cualquier prelado. Nadie sabe cómo puede acabar una investigación y un violento fuego cruzado que amenaza con dejar en papel mojado el proceso de intrigas y corrupción, conocido como Vatileaks, que terminó costando la dimisión del anterior pontífice, Benedicto XVI.
Los cuervos han vuelto al Vaticano y sobrevuelan esta vez alrededor de la birreta roja de Giovanni Angelo Becciu (Pattada, 72 años), quien fue sustituto de la Secretaría de Estado en tiempos de Ratzinger y sobrevivió a la purga de Francisco a su llegada. Un cargo de enorme relevancia-equivalente al número 3 en la jerarquía -que se ocupa del funcionamiento de la sala de máquinas del Vaticanoy que da acceso a todos los secretos de la Santa Sede.
Francisco liquidó a su llegada en 2013 al número uno de ese departamento, el polémico secretario de Estado de Benedicto XVI, Tarcisio Bertone (que entre otras cosas se construyó un ático de 700 metros cuadrados en 2014 que se pagó con fondos de un hospital infantil), y a parte de su entorno. Todos ellos quedaron señalados como causantes de parte de los escándalos; Ratzinger llegó a calificarlos como “lobos”. Pero Becciu, de una finura y sutileza muy por encima de la media, exquisito fontanero de la Santa Sede, sobrevivió como número dos de la Secretaría de Estado y se convirtió en una de las personas de máxima confianza de Francisco. “Era el único que le decía las cosas tal y como eran. Y el papa confiaba mucho en él”, señala una fuente vaticana que trató mucho con ambos.
Becciu se ocupó desde 2013 a 2018 de los asuntos más delicados de la Secretaría de Estado y lidió con los mayores escándalos del siglo XX, incluida la histórica renuncia de Benedicto XVI. Preparado, listo, rápido y con un sentido político extremadamente flexible entrenado en distintas nunciaturas, creó una legión de fieles intramuros que siguen defendiéndole en privado. Pero también se granjeó grandes enemigos que esperaban
una oportunidad como esta para la vendetta final.
Becciu controló las cuentas, impidió que algunos husmearan demasiado cuando no le convino -como el auditor Libero Milone, ex presidente de Deloitte
contratado por Francisco para poner orden en las finanzas y despedido en extrañas circunstanciasy cuidó con celo la comunicación vaticana desde la Secretaría de Estado.
Pero Francisco lo relevó en 2018 antes de convertirlo en cardenal -nombró en su lugar al venezolano Édgar Peña Parra- y lo situó como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Una suerte de patada hacia arriba que le restaba poder, pero le mantenía con posibilidades de ser objeto de deseo de la divina providencia en el siguiente cónclave. Y es que en la curia romana muchos consideran que el próximo papa, después de más de 40 años, debería ser italiano (el último fue Juan Pablo I, muerto en extrañas circunstancias en 1978, tras 33 días de papado. Becciu era uno de los mejores situados hasta que comenzaron los escándalos.
La llamada al orden del papa a Becciu se produjo el 24 de septiembre por motivos hasta entonces desconocidos. El papa le pidió explicaciones en una audiencia de alta tensión, pero no quedó convencido y le pidió que renunciase a los derechos cardenalicios -algo solo sucedido tres veces en 120 años- y a la titularidad de su dicasterio.
EL DETALLE
Arrestada. Interpol detuvo a Cecilia Marogna, titular de una agencia de inteligencia, a quien Becciu habría transferido 500.000 euros para supuestas misiones.