Diario Expreso

Desarmados

- RUBÉN MONTOYA colaborado­res@granasa.com.ec

Entrará pronto a debate un proyecto de ley que permitiría el porte de armas a los ciudadanos. Sus defensores creen que así los índices delincuenc­iales bajarán drásticame­nte, porque ante un colectivo armado los criminales desisten de actuar o se lo piensan: el poder disuasivo, creen, obrará el milagro. El segundo criterio es que el Estado ha abandonado su obligación de protegerno­s, abonando el terreno para que la insegurida­d crezca y se consolide.

Curiosos argumentos, de una liviandad que asusta. ¿En qué experienci­as previas, qué estudios, qué datos concretos sostienen sus afirmacion­es?

Una problemáti­ca social de tan honda raíz y de ramificaci­ones que matizan cualquier debate, debe ser discutida sobre bases más sólidas. No puede levantarse una campaña con meras percepcion­es u opiniones que suelen reproducir prejuicios y no hechos.

Tampoco el de defender a ultranza su prohibició­n, por supuesto. Pero empecemos por lo básico: ¿portar armas es la respuesta más idónea y efectiva para reducir la delincuenc­ia? ¿Está preparado para hacerlo un país con una democracia tan incipiente y un sistema social que no privilegia la educación como el motor de su progreso? Si no podemos portar bien ni una mascarilla… ¡Por favor!

Plantear el tema, cuando el clima social -luego de una pandemia tan cruel y devastador­aes de crispación y ganas de desahogo, francament­e es insensato.

¿No es más lógico exigir y propiciar del Estado un sistema

¿Portar armas es la respuesta más idónea y efectiva para reducir la delincuenc­ia? ¡Si no podemos portar bien ni una mascarilla...!’.

de defensa y control más efectivo?

En EE.UU., una democracia bastante más sólida que la nuestra, la mayoría de sus habitantes brega por la prohibició­n de tenencia de armas, harta de que cualquiera pueda poseerlas y de las masacres violentas que ha sufrido en los últimos años. Ese país concentra el 42 % de las armas del planeta, pese a que su población representa solo el 4,4 %. Una locura.

Y por último: cuando quienes discutirán ese proyecto son los asambleíst­as que tenemos, de una mediocrida­d y una glotonería que avergüenza, lejos de pensar que nos vamos a proteger contra algo, creo que nos vamos a quedar en descampado. Necesitamo­s un debate más serio. Y menos desarmado de razones.

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