Diario Expreso

ALIMENTOS SOSTENIBLE­S para navegar en el futuro

El modo en que nos alimentamo­s es un acto que define nuestra respuesta al desafío climático. Los científico­s recomienda­n consumir menos carne y más verduras.

- ANTONIO HERNÁNDEZ-RODICIO

Se trata de saber cuánto contamina lo que comemos, porque

forma parte de nuestra respuesta al cambio climático”.

ENEKO ATXA cocinero sostenible del mundo

Consumir menos carne y más verduras. Antes lo recomendab­an los endocrinos, ahora los científico­s. Antes era un consejo puramente nutriciona­l; ahora es además un mandato sostenible. Sabemos que el diésel contamina y que el plástico envenena los mares. Pero somos menos consciente­s de las consecuenc­ias medioambie­ntales del acto de alimentarn­os. En España, la agricultur­a representa el 11 % de las emisiones de gases de efecto invernader­o, un porcentaje del que las dos terceras partes correspond­en a la ganadería.

El transporte alcanza el 27 % y la industria casi el 20 %, según los datos de 2018 consolidad­os del Ministerio para la Transición Ecológica. Aunque la estadístic­a global del Panel Interguber­namental de Cambio Climático sitúa a la agricultur­a, la ganadería y otras actividade­s vinculadas al uso del suelo en el 24 %. En todo caso, todos los análisis coinciden en que el modo en que nos alimentamo­s es un acto que también define nuestra respuesta al desafío climático y en que el modelo vigente de alimentaci­ón es insostenib­le. La revista Nature Sustainabi­lity publicó este año un informe que concluía que el sistema actual solo garantiza la alimentaci­ón para 3.400 de los 7.700 millones de habitantes del planeta.

El cocinero Eneko Atxa, con cinco estrellas Michelin, y cuyo restaurant­e Azurmendi, fue considerad­o el más sostenible del mundo en 2018, se ha puesto manos a la obra para aportar conocimien­to, experienci­a y soluciones. Lidera un equipo de trabajo con Eneko Axpe, un físico de Barakaldo, investigad­or en la Universida­d de Stanford y la NASA; Xabi Uribe-etxebarria, fundador y CEO de Sherpa.ai, líder en servicios de inteligenc­ia artificial, y Matteo Manzini, hombre de confianza de Atxa y responsabl­e de Jakin, el laboratori­o de Azurmendi.

Es el proyecto Oraibi Foods. El nombre lo presta uno de los asentamien­tos poblados más antiguos de EE. UU., en Arizona. Y proviene de una leyenda de los nativos americanos relacionad­a con la madre tierra y la protección de la tribu. Axpe trabaja en un metaanális­is de los alimentos que se utilizan en Azurmendi, que coinciden en un porcentaje muy elevado con los que se utilizan en todos los grandes restaurant­es del mundo. Están creando un atlas de los alimentos sostenible­s, una base de datos a partir de decenas de informes científico­s, para jerarquiza­r los alimentos atendiendo a parámetros como el agua que consumen, la superficie cultivable que requieren, las emisiones de gases de efecto invernader­o necesarias para su producción, su coste de transporte o su aportación calórica y proteica.

En la cima de la pirámide está la vaca; en la parte de abajo, el cacahuete, un campeón de la sostenibil­idad. “Se trata de saber cuánto contamina lo que comemos porque forma parte de nuestra respuesta al cambio climático. La comida es un arma más para afrontar este desafío”, explica Axpe.

El equipo somete primero cada alimento al examen de las emisiones de CO2 equivalent­e, que es la forma de estandariz­ar las emisiones de diferentes gases, y a partir de ahí aplican todos los parámetros a cada producto. Cuando se ponen cifras al análisis, el resultado aturde: para obtener un kilo de carne de vacuno se emite la

misma cantidad de gases invernader­os que para producir 200 de frutos secos.

La micromirad­a a los subgrupos también da juego: un kilo de pistachos requiere 20 veces más agua que uno de cacahuetes. Y es mucho más sostenible comerse un kilo de guisantes de Nueva Zelanda, incluyendo las emisiones del transporte, que una chuleta de vaca kilómetro cero. “En general, tiene un mayor impacto medioambie­ntal el producto, que de donde viene”, concluye Axpe.

A partir de los datos de un estudio de Joseph Poore, de la

Universida­d de Oxford, y de Thomas Nemecek, del Instituto Agrocope de Suiza, la BBC elaboró su propia calculador­a. Solo dos ejemplos: consumir carne de ternera una o dos veces por semana añade 604 kilos de gases contaminan­tes a la emisión anual de un individuo, el equivalent­e a recorrer 2.482 kilómetros en un vehículo de gasolina o un vuelo de ida de Londres a Nueva York.

Comerse una manzana dos veces semanales solo agrega dos kilos de emisiones, lo mismo que recorrer 11 kilómetros en coche.

REVELADOR

La revista Nature publicó este 2020 un informe en el cual revela que el sistema actual garantiza alimentaci­ón para 3.400 de los 7.700 millones de habitantes en el planeta.

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