El viacrucis para poder enterrar una pierna
Ningún hospital de Quito quiso recibirle la extremidad hasta que pudieran darle sepultura ❚ Exigían certificado de defunción
Durmieron en la sala de espera de la morgue de la Policía Nacional de Quito, con la pierna izquierda de Arbel Salas, uno de sus familiares afectados por la explosión registrada en Los Cóndores el 2 de febrero, en la que varias personas resultaron gravemente heridas.
Lucía Salas, su hermana; Mayerlin, su exconviviente, y Gabriela, una vecina, recibieron la extremidad amputada la tarde del jueves, en el hospital donde el hombre está siendo atendido desde que ocurrió el accidente.
Nos dijeron que debíamos cremarla. Nos entregaron la pierna en una caja y ya. MAYERLIN exconviviente de Arbel Salas Se trataba de una situación peculiar.
Las tres mujeres caminaron por horas con la extremidad, guardada en una caja de cartón, envuelta en un plástico negro y ya en proceso de descomposición. “El hospital nos pidió que lleváramos además un certificado de cremación”, explicó Mayerlin.
Para esta familia resulta imposible cubrir los 350 dólares que cuesta este proceso, pues luego de la explosión incluso perdieron el sitio donde vivían. Estos precios los averiguaron en distintas funerarias de la ciudad. “Los dueños de casa les pidieron que desocupen el departamento. Están viviendo con un vecino”, relató Gabriela, una amiga que las acompañó en la travesía.
La explosión ocurrió cuando inflaban globos con helio, pues fue el negocio que esta familia de migrantes inició al llegar a la ciudad. Además, la mamá de Arbel también está hospitalizada y estuvo a punto de perder también una de sus extremidades. “Le pusieron unos clavos para sostenerla, pero está delicada”, comentó su hija Lucía, quien tiene un embarazo de ocho meses. Así amaneció en la sala de espera del anfiteatro, incluso con dolores en el vientre. Las tres mujeres ni siquiera tenían para el pasaje. No podían llevarse la pierna a la casa del vecino que las acogió. “Esto va en contra de los derechos de estas personas, además que no tienen ni qué comer”, dijo Gabriela.
Según ellas, llamaron al menos cinco veces al ECU 911 y les prometieron enviar una patrulla para que las ayudara o para tener resguardo policial. “Llegaron la mañana de hoy (ayer)”, contaron.
Finalmente el hospital ya no les exigió el certificado y ellas buscaron una funeraria que las ayude a enterrar la pierna.
LA FRASE
“Nos dijeron que debíamos cremarla. Nos entregaron la pierna en una caja y ya”, indicó Mayerlin, exconviviente del hospitalizado, quien por primera vez se enfrentaba a un hecho como este. Fue en ese momento cuando empezó la preocupación para saber cómo darle cristiana sepultura a una extremidad sin ningún documento que indique a quién pertenecía, porque en el hospital no le dieron nada ni le explicaron a dónde debían acudir.
Las tres mujeres fueron a las casas de salud públicas para ‘encargar’ la pierna en algún frigorífico hasta saber qué hacer con ella. También acudieron al hospital de la Policía y finalmente a la morgue. En ninguno de estos sitios les ayudaron.