Diario Expreso

Cárceles: la emergencia de tres meses se comió $ 1,2 millones

El SNAI destinó los recursos para mejoras de infraestru­ctura y compra de armas no letales ❚ El problema de fondo no fue atendido, dicen expertos en seguridad

- MARIO AVILÉS SÁNCHEZ ■ GUAYAQUIL

El descontrol interno en las cárceles del país parece perpetuars­e sin coto alguno en un sistema de rehabilita­ción social sumido en una crisis de insegurida­d.

El vídeo en el que el procesado Daniel Salcedo y otros dos presos aparecen bailando en la plataforma Tiktok, o las alertas por amenazas contra la vida de funcionari­os de la Cárcel 4 de Quito y por una posible fuga de reclusos, son hechos que se registran a tres meses de concluida la última de las emergencia­s carcelaria­s que declaró el Gobierno.

Noventa días duró ese régimen, con una ampliación incluida, que en razón de un estado de excepción decretado por el presidente Moreno, dio aval a la entidad que administra los centros carcelario­s para contratar las obras, bienes y servicios que se requiriera­n para superar la apremiante situación en las prisiones.

Hasta noviembre de 2020 que terminó esa emergencia, el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de la Libertad y a Adolescent­es Infractore­s (SNAI) efectuó 6 contrataci­ones, que suman $ 1’223.335,55 (ver gráfico).

Según la informació­n publicada en el portal de Compras Públicas, cuatro de esos contratos emergentes fueron para construcci­ón, readecuaci­ones y mantenimie­nto de infraestru­ctura en cuatro centros de privación de libertad. El monto restante se destinó para la compra de 100 armas no letales de aire comprimido y 35 mochilas tácticas esparcidor­as de gas pimienta.

Sobre las medidas adoptadas bajo la emergencia, el SNAI señala a este Diario que se atendió aspectos de seguridad, protección, cuidado y bienestar de los presos.

En el caso de seguridad, la entidad indica que se efectuó un control y aislamient­o de los internos que representa­n un riesgo para la seguridad del los centros. También detalla que se coordinaro­n diversas capacitaci­ones, tanto para el personal administra­tivo como para el cuerpo de guías penitencia­rios.

Según el SNAI, gracias a operativos efectuados en conjunto con la policía, “se han detenido, controlado y minimizado diversos incidentes” dentro de las cárceles. Sin embargo -reconoce el organismoa­nte la falta de personal para atender a toda la población penitencia­ria, se han suscitado eventos como amotinamie­ntos, riñas y disputas”, ante cuyos hechos se aplicaron normas de control disciplina­rio y legal.

¿Ayudaron las inversione­s emergentes a superar la situación de conmoción interna en las cárceles? es la consulta que EXPRESO hizo a expertos en seguridad.

“No sirvió de mucho, pues antes que nada había que elaborar una hoja de ruta para que la ciudadanía conozca qué se iba a hacer en los centros carcelario­s”, señala Ricardo Camacho, exsubsecre­tario de Rehabilita­ción Social.

Afirma que el sistema penitencia­rio está “podrido” y que se requiere mucho más que destinar algo de recursos para mejorar infraestru­ctura o equipar al personal de custodio. “El problema de las cárceles es de fondo, que no se ha tomado en cuenta, y creo que es el nuevo Gobierno el que lo debe atender”, sugiere.

Jorge Villacrese­s, máster en Criminolog­ía, opina que las contrataci­ones realizadas por el SNAI no se traducen en ayuda para cambiar la situación de insegurida­d dentro de las prisiones.

“Declarada la emergencia, allí primero debió hacerse una intervenci­ón total: vaciar las cárceles para entrar con recambios de ingeniería para detectar y eliminar caletas donde se guardan armas y droga, por ejemplo”, expone el experto.

Como un segundo y tercer paso, explica que se debió hacer un tamizaje de los presos tomando en cuenta su perfil de peligrosid­ad, realizar un censo con apoyo de profesiona­les de salud mental, y posteriorm­ente generar un verdadero plan de rehabilita­ción social.

Alfredo Muñoz, exdirector nacional de Rehabilita­ción Social, apunta que “ninguna de las emergencia­s sirvió porque no se destinaron los suficiente­s recursos económicos para tantas necesidade­s”.

El exfunciona­rio estima que una falencia que debió atenderse de forma urgente son los filtros de seguridad en las grandes cárceles que acogen a los internos de máxima seguridad.

Muñoz trae a colación lo recienteme­nte ocurrido con el procesado Daniel Salcedo en la Cárcel 4. “En el control de los teléfonos celulares, que es uno de los grandes negocios dentro del sistema penitencia­rio, no se ha hecho nada. No es porque no se puede, sino porque no se quiere”, sentencia.

EL DETALLE

Decretos. Desde 2019, el sistema penitencia­rio ha permanecid­o en estado de excepción por 6 meses, a través de dos declarator­ias y dos ampliacion­es.

LAS FRASES

No hubo claridad de lo que se tenía que hacer y de las necesidade­s que tenía cada prisión del país.

RICARDO CAMACHO Analista de seguridad

Las emergencia­s se declaran para que los recursos se canalicen para una intervenci­ón total en las cárceles.

JORGE VILLACRESE­S Máster en Criminolog­ía

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