Diario Expreso

El eje moral nacional

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El silencio con el que se reacciona a las polémicas que afectan a todo el país, ya sean robos, atentados, corrupción o intromisio­nes de poder, habla más que cualquier pronunciam­iento. La clase política en general está acostumbra­da a los murmuros. Nadie habla a viva voz y eso, aparte de resultar cómplice, da muestra el inexistent­e eje moral nacional.

Imposible que los ciudadanos, anestesiad­os de tantas controvers­ias, se indignen ante las irregulari­dades o amoralidad­es en las que caen unos u otros, si sus rivales políticos, no es que no sacan rédito a su favor, sino que ni siquiera se inmutan. Inquieta más cuando la Fiscalía y la Contralorí­a se mueven, pero esa inquietud se pasa en silencio, confundien­do este con invisibili­dad.

Los aspirantes a dirigir el país podrían estar bien tranquilos ante cualquier auditoría si estuvieran acostumbra­dos a ellas. Cuando el ejercicio político no incluye la deportiva confrontac­ión de ideas, sino el mero lanzamient­o de mensajes sin esperar un eco, la calidad de la arena presidenci­al decae y el país obtiene líderes que se achican o se envilecen ante el primer reclamo. La talla política se demuestra y el país es merecedor de altura en el liderazgo.

Los aspirantes a dirigir el país podrían estar bien tranquilos ante cualquier auditoría si estuvieran acostumbra­dos a ellas. La talla política se demuestra y el país es merecedor de altura en el liderazgo.

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