Diario Expreso

Así acaba el correísmo: no con una explosión, con un puchero

FIN DE UNA ERA. Con la encuesta de Santiago Pérez bajo el brazo, los correístas apostaron por un empate que les permitiera denunciar un fraude. Perdieron

- ROBERTO AGUILAR aguilarr@granasa.com.ec ■ QUITO

No se pudo contener: Andrés Arauz rompió ayer una vieja tradición según la cual el candidato es el último en hablar. Normalment­e lo hace una vez conocidos los resultados, para asegurarse de si ganó o perdió (es una simple precaución para no quemarse) y casi nunca antes de las ocho de la noche. No fue normal, por tanto, ver al candidato correísta a las cinco y cuarto de la tarde, apenas 15 minutos después de cerradas las urnas, saltar a la tarima instalada frente a la sede de su partido, en la calle Piedrahíta, donde un grupo de músicos vestidos con un muy apropiado traje naranja de presidiari­o se desgañitab­a frente a una carota de Jimmy Jairala a plena pantalla: “¡En los resultados del exit poll hemos triunfado! ¡Vamos a vencer, vamos a vencer!”, enronquecí­a en vano ante un centenar de seguidores no del todo convencido­s de lo que estaban oyendo.

Cuatro horas más tarde, revestido de estudiada dignidad pero descompues­to hasta el borde de las lágrimas, haciendo pucheros que no podía evitar, el mismo personaje se presentaba en un salón del capitalino hotel Mercure para aceptar su derrota y leer, con párrafos evidenteme­nte cortados a machete y visibles remiendos de oceánicas costuras, el discurso de victoria que tenía preparado: “El poder nunca ha sido un capricho para mí. Gulp”.

Fallaron las cuentas. Polibio Córdova, de Cedatos, fue el as de la jornada con una encuesta a boca de urna de exactitud casi matemática. Santiago Pérez, de Clima Social, volvió a hundirse en el descrédito público anunciando un empate técnico (con una “ligera ventaja” de Arauz, especificó en tres canales de televisión) que defendió como “muy consistent­e”. Pero no tiene nada que temer: lo seguirán contratand­o. Su exit poll, que se publicó a las 17:00 junto con el de Cedatos y enrareció la tarde, se ajustó a la perfección al libreto de los correístas y les permitió cantar victoria y especular con el fraude. Si Guillermo Lasso hubiera ganado con un punto y medio en lugar de hacerlo con cinco, ardía Troya. Esa era la estrategia. Por eso la temprana aparición de Andrés Arauz en la tarima de la calle Piedrahíta.

Virgilio Hernández, Pabel Muñoz, Pierina Correa... Uno tras otro los mandos medios del correísmo fueron desfilando por uno y otro medio. Y en cada presentaci­ón se aferraban con uñas y dientes a la encuesta a boca de urna de Santiago Pérez.

“Saquemos a la encuestado­ra que se sale de lo normal”, dijo Muñoz en referencia a Cedatos: “Las demás establecen una diferencia de 1,6 puntos”. Según él, Arauz era presidente por aclamación de encuestado­res. Todavía era temprano y había lugar para cualquier duda. Pero cuando Virgilio Hernández se presentó en La Posta eran las siete de la noche, el 50 por ciento de los votos habían sido escrutados y Lasso sacaba una ventaja de nueve puntos sobre su rival.

“Aquí nadie tiene cara de velorio -dijo-, aquí estamos absolutame­nte seguros del triunfo, no voy a validar ningún supuesto que venga de una encuestado­ra cuestionad­a”. Más aún: “Cedatos

estableció un montaje con los grandes medios de comunicaci­ón”. Hablaban los correístas como si el mundo estuviera a punto de acabarse y diera igual cualquier cosa que mintieran. Total: nadie quedaría vivo para comprobarl­o. Pierina Correa, en Teleamazon­as, despachaba el cuento de su conteo propio “con big data” (debe sonarle de gran importanci­a ese anglicismo) que arrojaba “resultados inversos” a los de Cedatos. En fin: cada quien aplicó religiosam­ente el guion dictado desde Bélgica o donde fuera vía Twitter y según el cual todos los caminos conducían al fraude.

Mientras tanto, la tarima de la calle Piedrahíta iba quedando en el abandono. Y en el salón del hotel Mercure donde la militancia correísta esperaba la llegada de su candidato, programada para las seis y media de la tarde, daban las siete, las ocho, las ocho y media... Cuando Arauz llegó, a las nueve de la noche, su derrota en el rating televisivo fue aún más apabullant­e que la que sufrió en las urnas: todos los canales estaban con el presidente electo, que a esa misma hora hablaba a sus seguidores congregado­s en el Centro de Convencion­es de Guayaquil.

Del retórico y apergamina­do discurso leído por el candidato derrotado ante sus llorosos seguidores en el hotel Mercure poco queda para los titulares, salvo la revelación de su estrategia legislativ­a (para tomarse en cuenta, pues son el bloque más numeroso de la Asamblea): formar “un bloque histórico: el progresism­o, la plurinacio­nalidad, la socialdemo­cracia”. En otras palabras: correísmo, Pachakutik, Izquierda Democrátic­a. El ministro de Gobierno de Guillermo Lasso aún no ha sido nombrado pero ya tiene trabajo.

Mientras tanto, el líder máximo callaba. De desgañitar­se denunciand­o el fraude que se venía pasó a la cruda realidad: cinco puntos de ventaja. Terminó la jornada haciendo pucheros: “Solo le pido (tuiteó al nuevo presidente) que cese el lawfare”. Saludo a la bandera de un prófugo que jamás regresará.

LOS EXIT POLL

Polibio Córdova, de Cedatos, fue el as de la jornada con una encuesta a boca de urna de exactitud casi matemática. Santiago Pérez, en cambio, volvió a hundirse en el descrédito.

ASAMBLEA

Del discurso de Andrés Arauz queda poco para recordar. Nomás la idea de conformar un bloque legislativ­o que junte a los correístas con Pachakutik y la Izquierda Democrátic­a.

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ÁNGELO CHAMBA / EXPRESO Tarima. Lo de Andrés Arauz fue inédito: por primera vez un candidato a la Presidenci­a proclama su victoria a los 15 minutos de cerradas las urnas.

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