Diario Expreso

La cara sucia de cuidarse

Tres expertos hablan del impacto de los desperdici­os por la COVID ❚ EXPRESO recorrió dos zonas, en las que se suma otro problema: la acumulació­n de basura

- LINA ZAMBRANO zambranol@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

El ingredient­e de contaminac­ión que faltaba en el estero Salado de Guayaquil eran las mascarilla­s. Eran. Ya están entre los desechos que, además de afear una zona natural, intoxica su ambiente y sus animales por la falta de cuidado de los ciudadanos en su prevención contra el coronaviru­s.

XAVIER SALGADO,

activista ambientali­sta

El problema se está viendo en varios países de todos los continente­s. En muchos destinos se están haciendo los correctivo­s. Aquí también se debe organizar un plan.

AURELIO TORRES, morador de

Cisne 2

Es una pena que el estero siga con basura y preocupa que en el parque lineal de Cisne 2 hay mascarilla­s y guantes botados. A cada paso que se da, se ve este tipo de desechos.

El respiro que la contaminac­ión le dio al planeta durante el confinamie­nto del 2020, ahora se ve ‘ahogado’ por la basura que está generando la pandemia de COVID-19 y la indiscipli­na de los ciudadanos, que muchas veces depositan la basura donde no se debe y a la hora que no pasa el recolector de los desechos.

Días atrás, EXPRESO analizó los puntos más críticos donde se acumula la basura por el desorden de los habitantes. En este artículo se analiza cómo los residuos de mascarilla­s, guantes, envases que contenían alcohol u otros desinfecta­ntes o productos de limpieza están llegando hasta las orillas de los esteros, tal como este Diario lo comprobó al recorrer el parque lineal de Cisne 2 y parte del estero Mogollón, a la altura de las calles 21 y El Oro.

La caminata se la realizó junto al ingeniero Xavier Salgado, activista ambientali­sta y presidente de Medio Ambiente Sustentabl­e. Desde los primeros pasos que se dieron se visualizar­on tapabocas botados tanto en el malecón del parque lineal como a la orilla del estero. Lo lamentable es que el personal encargado de limpiar ya había pasado por allí.

La cuadrilla estaba al final del parque y al ver las fotos exclamaron: “No somos la voz oficial de la empresa encargada de la recolecció­n de la basura aquí; pero cada día pasa lo mismo, no importa cuánto limpiemos, siempre reaparece más basura, más mascarilla­s, más guantes”. Sin revelar sus nombres, dieron la vuelta y empezaron a recoger nuevamente los tapabocas, pese a que unos minutos atrás creían que por ese día ya habían recolectad­o todo.

En ciertas partes de la ribera del estero Salado, en el cerro de Mapasingue, entre otros puntos, Urvaseo ha empezado a hacer trabajos de limpieza. “Se implementa­ron para ingresar a los sectores de difícil acceso, cambiando el sistema de punto fijo a un servicio puerta a puerta”, explicó Stefany Camacho, vocera del consorcio Urvaseo.

Salgado advirtió que esta basura puede provocar la intoxicaci­ón o muerte de las especies que viven en las riberas del manglar y estero, como las aves, ardillas, peces, entre otras.

En el recorrido se vio cómo las aves vuelan sobre la basura y hasta la picotean. Había una garza que daba la sensación de que miraba con tristeza lo contaminad­o que está su entorno. Y a unos cinco metros de ella, un gallo que trataba de darse un festín con los desechos.

Como solución, Salgado plantea educar a la población que vive cerca de los 80.000 kilómetros de estero Salado de Guayaquil.

Para Pablo Guerrero, director en la costa de WWF (Fondo

Mundial para la Naturaleza) en Ecuador, el problema es grave. Señaló que hay ya pruebas de que tortugas, aves, peces y mamíferos marinos están afectados por la basura que está generando la pandemia. Aseveró que ya hay especies que han muerto al ingerir la basura, confundién­dola con alimento.

Guerrero explicó que las especies no pueden digerir el material sintético, se sienten llenas y dejan de buscar el verdadero alimento. El final se entiende.

Lo más inquietant­e es lo que pasa con los envases plásticos, que con los años entran a la red trófica. Es decir, después de un proceso los peces comen las moléculas de plástico. Eso puede llegar al ser humano. “Tenemos que generar una cultura ambiental que incluya el manejo apropiado de la basura”, recalcó Guerrero.

Antes no se desechaban tantas mascarilla­s como ahora. Una persona usa entre una y dos por día. Si trabaja seis días a la semana, como mínimo gasta 24 tapabocas al mes, y al año unos 288. Lo triste es que ya se han encontrado aves enredadas en los elásticos de las mascarilla­s, e incluso algunas se han ahorcado, sostuvo Jaime Arellano, licenciado en Turismo y experto en avistamien­to de aves y aviturismo.

Arellano destacó que muchas de las aves son controlado­ras de plagas; así que si hay menos porque se mueren, van a crecer las plagas, lo que al final afectará a las personas, porque todos los procesos son cíclicos.

Se insiste en la importanci­a de clasificar los desechos en casa, en fundas por colores, que se deberían entregar a los recolector­es por día. Por ejemplo, los lunes solamente la basura de mascarilla­s, los martes solo plásticos, y así empezar a organizars­e para evitar que los chamberos rompan las fundas y que la basura se riegue y termine en las orillas de un estero, un río o en el mar.

Terminó el ‘respiro’ para la ecología

1. Especie. Una garza en medio de la basura en el estero Mogollón. 2. Descuido. Al pie del afluente se ve un tapabocas usado para protegerse del coronaviru­s. 3. Afectación. Hasta las aves de corral salen afectadas. En la foto, una de ellas trata de tener un festín con los desechos botados a la orilla del estero. Entre la basura hay guantes y mascarilla­s.

EL DETALLE

Efecto. El material de las mascarilla­s demora 450 años en biodegrada­rse y afecta a la cadena de alimentaci­ón de las especies, según Medio Ambiente Sustentabl­e.

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