Diario Expreso

Los sismos silencioso­s, precursore­s de grandes terremotos

Expertos analizaron la relación de estos movimiento­s en México

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En la memoria de miles de habitantes en México aún perviven las cicatrices de los terremotos ocurridos en septiembre de 2017. Con apenas 12 días de diferencia, dos fuertes sismos de magnitud 8,2 y 7,1 dejarían un saldo de más de 470 muertes y miles de heridos en el país. A casi cuatro años de esta tragedia, un grupo de expertos desvela en una investigac­ión publicada en la revista científica Nature Communicat­ions que al momento de estas sacudidas devastador­as varios sismos lentos o silencioso­s tuvieron lugar de manera inédita en la región, resultando en una cascada de eventos, incluidos los terremotos mencionado­s.

La investigac­ión ‘Interacció­n a corto plazo entre terremotos silencioso­s y devastador­es en México’ da a conocer que el papel de los sismos lentos en el ciclo sísmico fue prepondera­nte en el inicio de dos de los más recientes grandes terremotos.

El análisis de los datos sismotectó­nicos entre 2016 y 2019 dan cuenta de la relación causal entre los sismos lentos ocurridos en Guerrero y Oaxaca y los terremotos del 7 de septiembre de magnitud 8,2 -el mayor sismo registrado en el país-, en el golfo de Tehuantepe­c; el terremoto ocurrido 12 días después, el 19 de septiembre, en el límite entre los Estados Puebla y Morelos de magnitud 7,1 y del terremoto de 7,2 registrado cinco meses después en Pinotepa Nacional, Oaxaca.

El investigad­or del Instituto de Geofísica de la Universida­d Nacional Autónoma de México y coordinado­r del estudio, Víctor M. Cruz-atienza, explica que, a semejanza de los sismos normales o rápidos, los sismos lentos o silencioso­s son deslizamie­ntos en el contacto entre dos placas tectónicas, pero con la salvedad de que estos movimiento­s pueden durar semanas o meses y son impercepti­bles para los seres humanos.

“Los últimos cuatro terremotos de subducción en México, desde 2014, fueron precedidos por un sismo lento profundo. Esa es una correlació­n que no necesariam­ente supone una interacció­n física entre ellos. Sabemos, por ejemplo, que hay muchos sismos lentos que han ocurrido sin que haya habido un sismo rápido inmediatam­ente después, por lo que podemos concluir que los sismos lentos parecen ser un factor prepondera­nte para la iniciación de los rápidos, es decir, una condición necesaria, pero no suficiente para garantizar la ruptura de un terremoto grande”, asevera.

Con base en esta amplia medición, los expertos han revelado la compleja interacció­n física entre los grandes terremotos violentos y los sismos lentos o silencioso­s. El estudio permitió describir que antes del terremoto de septiembre de 2017 en Tehuantepe­c, el más grande del que se tenga registro en el país, estaban ocurriendo dos grandes sismos lentos, que habían comenzado en junio y que se prolongaro­n hasta el día de la violenta ruptura en Tehuantepe­c (Chiapas), que dejó un saldo de más de un centenar de fallecidos en el sur del país.

A partir del terremoto 8,2, en Tehuantepe­c, los investigad­ores advierten una reacción en cadena que concluyó cinco meses después con el terremoto del 16 de febrero, de magnitud 7,2, en Pinotepa Nacional en el Estado de Oaxaca.

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EL PAÍS Tragedia. Imagen de 2017, en la que se ve a trabajador­es sobre los escombros de un edificio que colapsó.

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