Diario Expreso

Lo que calla y esconde la maternidad

Lejos de las vidas perfectas sobre la maternidad que se exhiben en redes sociales, ellas callan algunos pesares

- VANESSA LÓPEZ QUIÑÓNEZ ■ GUAYAQUIL

Comprar ropa, salir con las amigas, dormir bien o almorzar sin el riesgo a que se enfríe la comida, son acciones que llegan a convertirs­e en una misión titánica para las madres, que hoy celebran su día. Ellas relatan a EXPRESO las dos caras de su rol, una mezcla de amor, aventura y pesar.

Los días de Denisse Olvera inician con una especie de competenci­a maratónica entre ella y sus bebés. Sus pequeñas Ana y Violeta, de 1 y 3 años de edad respectiva­mente, suelen despertar a las 10:00, 09:00 o 06:00. A veces, el llanto de las niñas pidiendo comer o ver televisión la sorprende hasta de madrugada.

“Intento levantarme primero que ellas, para arreglar la casa, cocinar, bañarme y hacer otras actividade­s, lo hago lo más rápido posible. Subo y bajo corriendo del primero al segundo piso... pero a veces se me adelantan en despertar”, cuenta con una mirada de ternura y frustració­n a la vez. Dice que desde que nació su primera hija, recuerda pocos momentos en los que ha disfrutado de un almuerzo caliente.

Por supuesto que su caso no es aislado. Denisse es una de las, al menos, 1’318.892 mujeres que son jefas de hogar en Ecuador y que dedican un promedio de 31 horas por semana a las actividade la casa, entre esas, el cuidado de los hijos. Entregan 20 horas más que los hombres, según datos de la encuesta del Trabajo No Remunerado del Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC) de 2017.

Madres como Denisse hacen sacrificio­s todo el tiempo, por el bien de los que más aman. Ella, por ejemplo, pese a tener una profesión como comunicado­ra social e incluso múltiples propuestas de trabajo, tuvo que renunciar a su último empleo para supervisar de cerca a sus niñas.

Y es que “¡el ser mamá es lo más hermoso que me ha pasado en la vida!”, “¡no cambiaría por nada el hecho de ser madre!”, “mi verdadera felicidad empezó cuando nació mi bebé”... y muchísimas frases así que se repiten de generación en generación de mamás, tienen una parte de utopía que muchas prefieren guardarse, aunque otras sí revelan.

En Ecuador, de acuerdo con la última encuesta del INEC de 2010, había 3’735.915 madres y se había gastado, en el país, 2’320.467,24 dólares solo en guarderías y cunas.

De todas estas mamás, el 42 % estaban casadas, el 27 % unidas, el 13 % separadas, el 8 % solteras, el 7 % divorciada­s y el 3 % eran viudas.

Más de una veintena de ellas, con estas diferentes realidades, le contó a EXPRESO lo que a veces callan y esconden tras las fotos llenas de amor en redes sociales. Y coinciden.

“Aunque amo a mi hijo, no puedo decir que el embarazo es lo más hermoso que me ha pasado, porque mi embarazo fue horrible, el parto fue espantoso y cuando nació el bebé los primeros meses fueron algo demencial. No volví a dormir bien, no pude volver a comer sin hacer decenas de pausas y tuve que aprender a bañarme en pocos minutos”, recuerda Lourdes Serrano, quien añade que recién ahora, cuando su hijo tiene 16 años de edad, vuelve a dormir una siesta en las tardes.

Ella había planificad­o tener cuatro bebés, pero cuando nació el primero, desistió de volverse a embarazar. Su profesión de docente de inicial le hizo comprender el alto grado de entrega y compromiso que implica la crianza de otro ser humano, uno que dependía de ella. “Creo que la maternidad es bipolar y personal. Bipolar porque tiene bellas ventajas y detalles no buenos. Y personal porque cada mujer la vive desde la visión que tuvo antes y después de ser mamá”, explica.

A Patricia Briones le sucede igual. “Cada vez que tengo clases de maestría de Turismo, no me puedo concentrar porque mi hija llora. Y ni se diga del teletrabaj­o, es casi un milagro cuando puedo trabajar tranquila”, detalla.

“No puedo ir al baño sin que me siga. A veces necesito espacio para mí, que no encuentro”, comenta por su parte Karina Murillo.

Hay, incluso, otros sacrificio­s que parecen pequeños, pero que impactan. Así lo dice Aura López, quien desde que nació su hijo no ha podido mantener largas sesiones de belleza en los gabinetes, como antes lo hacía.

“El peor momento es cuando me voy a pintar las uñas. Soy abogada y por mi trabajo me gustar lucir siempre impecable. Pero cuando voy por la manicura, mi hijo llora, quiere que lo cargue. Lo hago y se daña el trabajo que me hizo la estilista. En ese momento me arrepiento de haber decidido ser mamá”, admite.

Muchas coinciden en que hasta se “olvidan de ser mujer”. Comprar ropa, salir con las amides

Una de las claves para ser feliz es ser asertivo y

las madres deben ponerlo en práctica. Es decir, expresar lo que sienten y pedir ayuda. SAMUEL MERLANO,

psicólogo clínico

Siempre estará bien que sea transparen­te en los días en los que esté más desgastada. La idea de que `debe poder' es

irreal.

CAROLINA HUERTA,

psicóloga clínica

gas o tener un momento romántico con el esposo son detalles que llegan a convertirs­e en una misión titánica.

“Hasta para tener intimidad”, cuenta la publicista y mamá Violeta Morán. “Mi hija tiene 12 años de edad, y son 12 años en los que con mi esposo, para estar juntos, debemos esperar a que la niña se duerma, o tener encuentros rápidos”.

A diferencia de las amas de casa como Denisse, este último grupo de madres tienen un trabajo formal y son parte del segmento de más de tres millones de mujeres que conforman la Población Económicam­ente Activa en Ecuador. Es decir, a más de madres, tienen responsabi­lidades externas al hogar.

“Por eso deben pedir ayuda. Históricam­ente en la sociedad se ha creído que las madres pueden con todo, que tienen que hacer sacrificio­s por sus hijos; pero las madres tienen derecho a ser asertivas: decir cómo se sienten y pedir ayuda si la necesitan”, recomienda el psicólogo clínico Samuel Merlano.

Con él coincide la también psicóloga Carolina Huerta. “La idea de una madre que nunca se queja termina haciéndole daño a la mamá y a los hijos, que se pierden de aprender herramient­as como empatía y la libertad de decir lo que se siente”, concluye.

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FREDDY RODRÍGUEZ / EXPRESO
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Familia. Denisse Olvera junto a sus dos pequeñas hijas en la sala de su hogar, en un día habitual.
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FREDDY RODRÍGUEZ / EXPRESO

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